Hoy se celebra el Día Mundial del Autismo y el color azul vuelve a retomar protagonismo como representante del Trastorno del Espectro Autista, el cual simboliza el color del mar que, como las personas con TEA normalmente son calmadas y tranquilas, pero en ocasiones su conducta puede verse afectada. Además, guardan el parecido con el océano ya que albergan un mundo interior enriquecedor que a todos nos fascinaría conocer para poder aprender un poco más sobre la neurodiversidad.
Hay una tendencia a observar tan solo la punta del iceberg, a considerar como problemáticos algunos comportamientos, sin preguntarse cuáles son las causas de su malestar o las necesidades que verdaderamente tiene la persona con TEA. «¿Qué factores de la sociedad y de su entorno próximo no ayudan en su desarrollo? Esta es la verdadera cuestión», - explica Paula Morales, investigadora en el Departamento de Psicología de la Universidad Rovira i Virgili y colaboradora en la Asociación ASPERCAMP-. El trabajo terapéutico parte de dos vertientes: la primera, es dotar a la persona de habilidades y herramientas comunicativas, cognitivas y conductuales, a su vez, no solo se debe trabajar con ella, sino con su entorno para dar una respuesta adecuada a la neurodiversidad, «cada persona aprende de una manera distinta, nadie piensa, siente ni actúa de la misma forma y la sociedad debe dar cuenta de ello».
Es esencial para el bienestar de la persona con TEA ofrecerles desde su entorno una comprensión y estructura así como también ayudarles a ser más flexibles, «en solución de problemas, en sus patrones de pensamiento, intereses y conducta o en adaptarse a situaciones nuevas».
Existen distintas estrategias, dependiendo de las características de cada individuo, con un papel muy importante de psicólogos y logopedas en esta parte del proceso. Hay que tener en cuenta que «el autismo no solo está presente en la infancia, sino que persiste a lo largo del ciclo vital y, por lo tanto, hay que brindar apoyo a la persona también en entornos educativos postobligatorios y laborales» y es que existe una tasa muy alta de desocupación dentro del colectivo.
«Varios docentes de la URV hemos creado el proyecto ‘U-Help!’ para conocer mejor las necesidades de este colectivo en la universidad y apoyarlos desde el plan de acción tutorial evitando que abandonen los estudios y sigan creciendo intelectual y personalmente», informa la profesora.
«Es importante que la sociedad aprenda a valorar la neurodiversidad y que esto no solo se limite a los entornos educativos». Como toda condición, siempre comportará dificultades y fortalezas, pero nos enriquece enormemente a través de diferentes formas de ver e interpretar el mundo y las relaciones intrapersonales.