«Ninguna entidad bancaria quiere ubicarse en nuestro municipio. Pues si no lo hacen ellos, lo hacemos nosotros», exclama el alcalde de Poboleda, Josep Maria Díaz. La determinación está tomada y, tras conversaciones con varias entidades sin obtener frutos, este pueblo de 320 habitantes del Priorat opta por instalar un cajero automático a través de una empresa privada. En principio será a través de Prosegur: el municipio tiene que aportar un espacio donde ubicar el cajero y pagar una cuota mensual para el mantenimiento y Prosegur, por su lado, se encargará del suministro. El Ayuntamiento ya dispone de la futura ubicación –los bajos de la antigua Casa de la Vila– y la previsión es que el cajero esté operativo el próximo año.
El caso de Poboleda no es único. En los últimos años han ido proliferando los municipios que, ante el cierre continuo de oficinas, que deja a los vecinos sin la posibilidad de sacar dinero, optan por instalar por cuenta propia un cajero. Y es que mientras las entidades bancarias están en pleno proceso de reajuste, empresas privadas ven aquí un nicho de mercado.
También Cornudella de Montsant se lo está planteando. En este caso, el alcalde, Salvador Salvadó, cuenta que la intención es realizar una consulta popular para que sean los vecinos los que decidan si creen necesario que el Ayuntamiento ubique un cajero en el municipio. Salvadó cuenta que es una propuesta que ha llegado al consistorio por parte de algunos vecinos, «así que abriremos una consulta a toda la población en general para saber qué opina la gente y, si así lo creen, lo tiraremos adelante», detalla el alcalde. Todavía no hay una fecha marcada para la votación, pero el compromiso es firme y, además, previamente, se prevé abrir un debate para exponer todos los pros y los contras.
Hace años que en Cornduella de Montsant está abierto el debate de lo que ya se conoce como ‘exclusión financiera’, que afecta especialmente a barrios y municipios pequeños. Fue a mediados de 2017 que BBVA cerraba la oficina y el único cajero automático que quedaba en Cornudella. Los vecinos se opusieron de lleno a su clausura, pero la decisión estaba tomada. A día de hoy, BBVA solo mantiene un agente comercial en el estanco, «pero sólo está operativo unas pocas horas durante las mañanas», comenta una vecina de Cornudella. Por otro lado, hay la Cooperativa y queda una oficina del banco Santander, pero que tiene los días contados: en una semana cerrará, lo que ha reavivado el debate entre los vecinos de la falta de servicios.
«¿Por qué Prades (588 habitantes) tiene sedes bancarias y Cornudella (944) no?», se pregunta Mari, aunque ella misma responde: «Lo que pasa es que en Prades hay muchas segundas residencias, mientras que en Cornudella hay mucho turismo de escalada, que no necesitan», por lo que esta vecina critica que los bancos tengan más en consideración el turismo en vez de los vecinos, «que nos están dejando en los pueblos sin servicios... No tenemos ni ayudas ni nada», lamenta Mari. Pasea junto a su madre, de edad avanzada, quien recuerda que «los jóvenes pueden coger el coche, pero ¿qué hacemos los mayores?». Ante el inminente cierre de la oficina del Santander, explican que tendrán que dirigirse a Reus, a más de 30 kilómetros de distancia.
El alcalde, Salvador Salvadó, cuenta que, en el caso de acabar ubicando un cajero porque así lo consideran los vecinos, sería el consistorio el que tendría que aportar el espacio donde ubicarlo, además de pagar una cuota mensual (unos 400 euros) para el mantenimiento, según las consultas ya realizadas. En dicho cajero, cualquiera podría sacar dinero en efectivo independientemente de la entidad bancaria a la que pertenezca, pero, eso sí, pagando una comisión, «que es lo que sucede si lo haces en cualquier cajero que no sea de tu entidad bancaria», recuerda por su lado Josep Maria Díaz.
El alcalde de Poboleda explica que han llegado a la determinación de ubicar un cajero a través de una empresa privada después de intentar por varias vías que alguna entidad bancaria accediera a instalarse al municipio. «Pero nada, no quieren hacer una inversión en un pueblo como el nuestro», lamenta. Señala que vecinos del pueblo se acaban dirigiendo a Cornudella para sacar dinero, «pero ahora también cierra el Santander», recuerda. Así pues, señala que, al final, la gente se ve obligada a ir a Reus (a más de 30 kilómetros) o Falset (a unos 25 km). Admite que creía que haciendo gestiones con la administración pública podrían conseguirían que alguna entidad se decidiera por ubicarse en Poboleda, «pero al final tenemos que ir por nuestra cuenta. No puede ser que cada vez nos dejen con menos servicios. Hay mucha gente que quiere vivir en zonas rurales, pero con esta falta de servicios, ¿dónde tienen que ir?», remarca el alcalde, Josep Maria Díaz, que recuerda también que es algo que afecta especialmente a la gente mayor, que tienen que depender de segundas personas para poder disponer de efectivo.
En Les Borges cierra el BBVA
Éstos son solamente dos ejemplos de municipios que están sufriendo el cierre continuo de sedes bancarias, pero es algo que se reproduce en todas partes. Ocurre en grandes ciudades, como por ejemplo Reus, donde cada vez hay más barrios sin servicios bancarios, y aún más problemático es en los pueblos pequeños, donde directamente se quedan sin servicio y se ven obligados a desplazarse a ciudades de mayor tamaño.
Otro municipio que también está sufriendo esta tendencia es Les Borges del Camp, donde próximamente se prevé que cierre la oficina del BBVA, aunque no de forma absoluta. En este sentido, el alcalde, Joaquim Calatayud, cuenta que, a la espera de conocer más detalles, «por ahora nos han asegurado que los dos cajeros automáticos seguirán en funcionamiento». Por otro lado, la oficina abriría unas horas algunas mañanas, «aunque todavía desconozco cuántos días serían, aunque parece que serían un mínimo de ters», explica.
Por otro lado, Les Borges mantiene la oficina de CaixaBank, «y de momento, parece que no tienen intención de cerrarla», aclara el alcalde. Así pues, el municipio seguirá disponiendo de servicio bancario, aunque Calatayud lamenta los recortes que se están viendo, «pensando sobre todo con la gente mayor». Recuerda que las sucursales ubicadas en Les Borges del Camp dan servicio a vecinos de pueblos cercanos, como Riudecols o Alforja, entre otros. «Creo que el volumen de clientes es suficientemente grande como para que el municipio siga teniendo este tipo de servicio», opina Joaquim Calatayud. Y es que si Les Borges se quedara sin oficinas, la alternativa más cercana sería Reus. «No creo que suceda. Muchísima gente es cliente de estas entidades y hay demanda», remarca.
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