Aclarar dudas y atajar miedos era el objetivo de la reunión convocada ayer por el alcalde de Riudecanyes, Ernest Roigé, con la población del municipio tras la alerta por la contaminación del agua de boca y la recomendación de «reducir el tiempo de duchas y baños», añadida ahora a anteriores indicaciones que ya desaconsejaron beberla y emplearla para cocinar.
El compuesto que preocupa es el trihalometano, con valores altos, potencialmente dañino para la salud. La atención duró dos horas en las que el gobierno ofreció datos y respondió preguntas y quejas.
Los vecinos hablaron de episodios de dolor de barriga y «muchas recaídas» en niños, mostraron duchas y cañerías dañadas y pidieron mayor transparencia sobre la calidad del agua.
Roigé y la gerente de Comaigua, Tiphaine Anderbouhr, señalaron que uno de los dos depósitos de Riudecanyes, el conocido como el del pueblo y que abastece a la mayoría de los habitantes, ha vuelto a los parámetros normales y, por eso, hoy mismo se solicitará a Salut el levantamiento de la alerta para él.
Y focalizaron la cuestión en el depósito de Montclar, del que se sirve esa urbanización y que está aún por encima de lo deseado porque «el consumo ha bajado y el agua permanece más tiempo en contacto con el cloro». Para recuperarlo se emplearán cisternas, se modificarán los tratamientos de desinfección y se confía también en un nuevo pozo.
El tiempo de exposición
Anderbouhr incidió en que, si bien «los trihalometanos pueden tener un efecto cancerígeno», este solo se produce «con un tiempo de exposición larguísimo, a 70 años, y en unos valores más altos que los que tenemos ahora».
Los trihalometanos son derivados del contacto del agua con el cloro, que es necesario para abordar la «cada vez más intensa turbidez producida por la sequía».
¿Cómo están en Riudecanyes? La gerente de Comaigua precisó que los últimos análisis muestran 91 microgramos por litro en el depósito del pueblo y 117 en el de Montclar, siendo 100 el máximo aconsejable. Pero en el cálculo entran en juego otros factores: «Se tiene en cuenta que el cociente de cuatro trihalometanos específicos no supere 1», límite que «no se traspasó».
Pese a ello, Salut instó hace pocos días a avisar a los vecinos en un movimiento con el que Ayuntamiento y Comaigua no están de acuerdo porque «sabíamos que generaría esta situación». Representantes de Salut estaban invitados a la reunión de ayer y «declinaron la propuesta», según informó el Ayuntamiento.
El reto de la sequía
Desde que se inició la sequía, los sistemas de desinfección de Comaigua «han ido cambiando» para ajustarse a la turbidez y «lo seguirán haciendo». «La situación es límite. Hacemos todo lo posible», apuntó Anderbouhr. Y el alcalde llamó a la calma y destacó la voluntad de que «el agua esté bien para todos». El Ayuntamiento ultima las labores para que se pueda disponer de un nuevo pozo.
Los vecinos plantearon apartar el agua del pantano y reclamaron más cubas. Pidieron flexibilidad para recoger las garrafas que se les entregan en este contexto. El consistorio gestiona unas 1.500 a la semana y las acerca, mediante las brigadas, a personas mayores. Algunos habitantes del pueblo expusieron sus inquietudes: «Mi mujer tiene una enfermedad autoinmune. Si es por el agua...», contó uno.