Abrieron solo durante unos días, apenas unas semanas, coincidiendo con Misericòrdia de 2023. Los vecinos señalaron que no eran seguras y el Ayuntamiento las cerró de nuevo. Ahora, por fin, las nuevas calles de la zona de Les Clarisses de Reus –Bernat Metge y Llorenç Milans del Bosch– lucen señalizadas como debían, admiten tráfico y han supuesto, de alguna manera, la expansión del barrio hacia terrenos que anteriormente estaban sin urbanizar, además de añadir un paso más en el enlace entre la avenida de Riudoms y la de Cambrils.
«Cuando abrieron las calles por primera vez, luchamos para que las cerrasen porque no estaban preparadas: faltaba la señalización vertical y la horizontal. El Ayuntamiento nos hizo caso y colocó de nuevo las barreras que no permitían el paso», recuerda Ramón Palmerín, presidente de la Associació de Veïns El Santuari.
Hace poco, con la inauguración de un nuevo espacio de dos hectáreas de verde en Les Clarisses, los viales –que llevaban asfaltados algunos años– quedaron definitivamente habilitados. Pero todavía no han recibido del todo el ok vecinal. Y es que «lo que estaba proyectado se ha ejecutado, pero no acaba de concordar con lo que ya existía dentro de la Urbanització Pi».
Palmerín detalla los desajustes: «La calle Ausiàs March es de una sola dirección, pero Milans del Bosch, que desemboca en ella, es de doble sentido; así que ahí hay un conflicto, está mal». Otra cuestión que, a ojos del vecindario, resulta peligrosa es que, en la calle de Bernat Metge, «hay una guardería pero no hay paso de cebra para cruzar, y ahora por ahí pasan vehículos». También «faltan algunas señales de ceda el paso que tendrían que ubicarse entre la calle Bernat Metge y Ramon Muntaner».
Los flecos los ha puesto ya la entidad vecinal en conocimiento del Ayuntamiento, durante la escenificación del estreno de la nueva zona verde, a la espera de que este los corrija.
«Hay menos incivismo»
Pese a todo, en la zona están contentos con la apertura a la circulación de esta parte antes en desuso.
«Nos parece perfecto que estas calles se abran al público. Con ello, incluso hemos ganado seguridad en el sentido en que había puntos poco concurridos en los que parecía que los jóvenes pudieran hacer, por ejemplo, botellón a sus anchas. Con las calles habilitadas, hay tráfico, hay más movimiento y pienso que se ha reducido el incivismo», expresa el presidente de la Associació de Veïns El Santuari.
«Teníamos quejas por incivismo y ahora son menos, cosa que significa que hemos ido a mejor. Por otro lado, estando las calles abiertas la policía también tiene la posibilidad de pasar más cerca y echar un vistazo a ver lo que ocurre», apunta Palmerín. Queda pendiente acabar de poner al día algunos solares de los alrededores, en los que se acumula basura y ropas abandonadas.
