Pasos sin semáforo y aceras estrechas, las principales barreras urbanísticas en Reus

Las personas con movilidad reducida consideran que la ciudad ha avanzado en inclusión, sobre todo en las calles del centro. No obstante, señalan que «aún queda mucho trabajo por realizar»

21 septiembre 2019 19:10 | Actualizado a 02 octubre 2019 12:42
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Pasos de cebra sin semáforos acústicos, calles de plataforma única, entradas a locales privados sin rampa o aceras no rebajadas. Estas son algunas de las dificultades con las que se encuentran las personas con capacidades diversas.

«Poco a poco, Reus es cada vez una ciudad más accesible e inclusiva, aunque aún hay mucho trabajo», destacan tanto la directora de la agencia de la ONCE en Reus, Arantxa Vallespí, como Maria Balsells, vecina de la capital del Baix Camp de 81 años de edad que por la calle se desplaza con una silla de ruedas eléctrica. Arantxa y Maria se mueven de forma distinta, pero ambas padecen en primera persona las barreras arquitectónicas.

«En el caso de las personas con deficiencia visual, los semáforos sonoros son una de nuestras prioridades. Los del centro de Tarragona, por ejemplo, están totalmente adaptados. En cambio, podríamos contar con las manos los que hay en Reus», señala Vallespí.

La directora de la agencia de la ONCE en Reus valora muy positivamente «la voluntad» del Ayuntamiento de Reus. «A raíz de los presupuestos participativos del año pasado, el consistorio está trabajando en la elaboración de un plan director que identifique las necesidades para unificar criterios y, progresivamente, ir eliminando las barreras arquitectónicas. De hecho, en las últimas obras en la vía pública, como las de la plaza de La Sang o las del paseo Mata, ya se han incorporado semáforos acústicos y baldosas guía», recuerda.

No obstante, la ciudad aún tiene deficiencias y puntos negros. Según Arantxa Vallespí, los principales serían la plaza del Nen de les Oques o la zona de la Fira Centre Comercial, «zonas con mucho tráfico y sin semáforos adaptados».

¿Y las aceras? ¿Están totalmente adaptadas? Para María Balsells, las calles céntricas de Reus presentan un estado correcto, «pero a la que sales un poco y vas a los barrios, las aceras son demasiado estrechas y no están rebajadas», explica esta reusense que vive en la zona de la calle Ample. Pone como ejemplo que, justamente, esta semana tuvo que circular por la calzada «porque no podía subir a la acera. Pasó un coche y suerte que conocía al conductor y me ayudó», recuerda. En su caso, también critica algunas fruterías y comercios que exponen productos «en aceras que no son suficientemente anchas. El espacio es muy justo y tengo que pedir a la gente que me deje paso».

Los pasos de peatones

En cuanto a los pasos de peatones, desde la ONCE se valora que se ha hecho un buen trabajo rebajando aceras, «aunque nos encontramos con el problema que en muchos casos no hay semáforos, ni acústicos ni de ningún tipo», dice Jordi, usuario que se desplaza con la ayuda de un perro guía.

Es el caso de, por ejemplo, los pasos que hay en la plaza Llibertat, justo donde se sitúa la sede de la ONCE en Reus. Además, destaca una problemática poco evidente para aquellos que no tengan un problema visual: pasos de peatones en diagonal. «Una persona con deficiencia visual, cuando cruza la calle se guía a través de la dirección que marca la acera, esperando que las dos aceras estén en paralelo. Pero en ocasiones, los pasos están en diagonal, por lo que llegas al otro lado y te encuentras con el bordillo porque resulta que el rebajo está a unos metros más allá», señala Jordi.

Las calles de plataforma única parecen una buena idea: todo plano, sin desniveles, «pero lo que ocurre es que una persona con dificultades visuales no sabe si está por la zona que pueden pasar lo coches o no», explica Arantxa Vallespí por lo que no cree que esta tipología de calle sea una buena idea. «En algunos casos hay pilonas que separan acera de calzada y, así, más o menos te puedes guiar. No obstante, lo ideal sería, en todo caso, que hubiera en el suelo baldosas guía», añade.

Este tipo de baldosas tienen unas líneas que indican la dirección a seguir a los usuarios que van con bastón. Donde hay un cruce o un cambio de dirección, las líneas se convierten en botones. «Este tipo de baldosas podotáctiles ya las están incorporando en aquellas zonas donde se están haciendo obras de urbanismo. Lo que pasa es que las están poniendo de color granate, y lo ideal sería que fueran amarillas, para conseguir el mayor contraste posible.

Cabe destacar que también las usamos las personas con deficiencia visual. Nos podemos mover sin bastón y sin perro, pero necesitamos algunas guías visuales», detalla la directora de la agencia de la ONCE en Reus.

Inseguridad por los patinetes

Más allá de las barreras arquitectónicas, desde hace un tiempo, las personas con capacidades diversas se están encontrando con otro problema: los patinetes eléctricos. «Van a velocidades elevadas y no hacen ruido», señala Jordi, a lo que Arantxa añade: «La acera, que es la zona en la que los usuarios se tienen que sentir más seguros, se está convirtiendo en un lugar hostil. Ha aumentado la inseguridad y, aunque aquí no ha habido ningún caso, en ciudades como Barcelona ya se han producido atropellos», remarca.

No se trata únicamente de la problemática que generan los patinetes, «sino de cualquier medio de transporte eléctrico que circule por las aceras», haciendo referencia a los Hoverboard, muy usados en la actualidad por los más pequeños.

Una cuestión prioritaria

Como decía justo este jueves el alcalde de la ciudad, Carles Pellicer, durante la inauguración de los nuevos quioscos de la ONCE en Reus, «la inclusión es una cuestión prioritaria». En esta misma línea, cabe destacar que en las zonas de la capital del Baix Camp donde se actúa urbanísticamente, las calles ya van quedando adaptadas, «y con el plan director que se elaborará con los presupuestos participativos, quedarán definidas las líneas a seguir».

Arantxa Vallespí ve este plan director como una muestra de voluntad del consistorio, aunque subraya que lo ideal sería que el ayuntamiento actuase en esta línea sin necesidad de implantar presupuestos participativos y sí por iniciativa propia.

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