«Desde la pandemia, que cada vez tenemos menos horas de médico. Hemos recogido firmas, hemos reivindicado más atención, pero todo se queda en nada». Lo dice el alcalde de Poboleda, Josep M. Díaz, en el Priorat. Una queja que podría hacerse extensiva en cualquier punto del mundo rural. Y es que «los recursos son limitados», señala la vicepresidenta del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT), Mireia García, y se acaban destinando donde se cree más necesario, que no suele ser en los pequeños núcleos.
Ser médico en un entorno rural implica muchas horas de coche y un importante gasto en carburante que «los complementos no compensan», señala García. También pueden haber «dificultades en las tareas de investigación porque estás lejos de los grandes hospitales», enumera. Además, hay que hacerse cargo de varios municipios y cubrir entre los profesionales ya existentes las bajas, vacaciones o jubilaciones de otros compañeros.
A modo de ejemplo, el EAP (Equip d’Atenció Primària) de Cornudella de Montsant cuenta con el CAP, ubicado en Cornudella y, en total, da servicio a siete municipios de la zona: Ulldemolins, Prades, Poboleda, Capafonts, La Febró, La Morera de Montsant (y el núcleo de Escaladei), además de Cornduella.
Para todo ello, del total de cuatro médicos que tendrían que cubrir la zona, actualmente hay dos y medio (uno, con media jornada) «y ahora estamos pendientes que dos médicos con bajas largas vuelvan a incorporarse, uno de ellos a media jornada. Volveríamos, por fin, a estar al completo, después de años», relata Dolors Garola, médica en el CAP de Cornudella, que añade: «Suerte tenemos del equipo de enfermería».
Garola destaca el importante trabajo en equipo que realizan todos los profesionales de la zona y el trato tan próximo con los vecinos, algo que acaba facilitando el trabajo y que genera fuertes lazos que van más allá de lo profesional. «Si es necesario, en casos concretos damos nuestro número de teléfono porque nos puedan localizar más fácilmente», explica.
A pesar de todo, cubrir la zona resulta «difícil». «A veces sale una emergencia y tienes que dejar a la sala de espera a pacientes que tenían cita. Quizás tardas un par de horas en volver y sabe muy mal», relata Garola.
Esta falta de profesionales se ha notado en los pueblos con una reducción de las horas de atención. En Poboleda, el alcalde, Josep M. Díaz, explica que actualmente tienen médico unas pocas horas dos días a la semana. Dos días más, hay enfermera, «y si hay una urgencia hay que ir al CAP de Cornudella (a más de 10 kilómetros)».
Díaz recuerda que años atrás tenían un médico «y todavía tenemos la casa. De hecho, ofrecemos la vivienda a un precio económico, pero ni aun así hemos conseguido atraer a nadie», lamenta el alcalde. Recuerda, además, la falta generalizada de todos los servicios en los pueblos. El sanitario es uno, pero también el bancario o el transporte público. «Tenemos a mucha gente mayor que depende de familiares o amigos para poder desplazarse», lamenta.
Incentivos sociales
Para la vicepresidenta del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona, Mireia García, intentar revertir la falta de profesionales en el mundo sanitario pasa por más incentivos, «y no únicamente económicos, sino adaptados a las nuevas generaciones, de carácter más social y conciliador».
Subraya que se ha producido un cambio generacional «y de género». De hecho, más de la mitad de los alumnos de medicina ya son mujeres y esto acaba traduciéndose en qué buscan estos profesionales. «La conciliación, por ejemplo, es algo que ahora se valora y prioriza, pero no se está teniendo en cuenta», lamenta García. Muchos acaban marchándose a otros países, mejor pagados «y con complementos sociolaborales» que hacen que las ofertas sean más atractivas. Dolors Garola, que vive su profesión con mucha pasión y subraya que es «muy vocacional», recuerda, a la vez, que a los profesionales «hay que cuidarlos».