Proyectos originales de la Casa Rull, la Casa Navàs, la Casa Gasull o los almacenes Llopis, obras de Lluís Domènech i Montaner (Barcelona, 1849-1923), se conservan y exhiben estos días en el Arxiu Municipal de Reus.
Entre ellos se encuentra también «la copia de uno elaborado para El Círcol, que no se llegó a materializar y que consistía en el Teatre Circ: un teatro de verano que pidió la misma sociedad hacia 1900, que no se llevó a cabo», explica el arquitecto reusense Anton Pàmies, comisario de esta exposición sobre la huella de Domènech i Montaner en la ciudad.
Los documentos «permiten buscar los orígenes, ver cómo se trabajaba y cómo se dibujaba, y los papeles vegetales que se usaban a inicios del siglo XX». Igualmente «es curioso observar las instancias que los propietarios dirigían al Ayuntamiento en la época», detalla Pàmies. Y señala hallazgos fuera de lo común. «Joan Llopis tiene una que era de las primeras a máquina en Reus y Pau Font de Rubinat pedía en catalán las licencias de obra», comenta.
El comisario especifica que la muestra instalada en el vestíbulo del Arxiu «repasa la biografía de Domènech i Montaner», coincidiendo con el centenario de su fallecimiento, y pone el foco en «el momento en que conoció a Pau Font de Rubinat, que era un bibliófilo igual que él y lo fichó para venir a Reus a hacer el proyecto del Institut Pere Mata, entonces llamado Manicomio de Reus». Ese fue el punto de partida para alcanzar otras construcciones a las que accedió «aprovechando las relaciones que hizo a raíz del Pere Mata».
En aquella intervención, «Pere Caselles, que era el arquitecto municipal y había sido su discípulo, fue quien, esos días, asistió a todas las reuniones del consejo de administración de la sociedad Manicomio de Reus». Y Pàmies precisa que «se ha podido ver que era un colaborador indispensable de Domènech i Montaner, cuestión que hasta ahora no estaba demasiado acreditada: hizo el replanteo de los pabellones, dictó la rasante de los terrenos, discutía los precios y llegó a ocuparse, como contratista, de una parte del Pavelló dels Distingits que hoy todos disfrutamos».
El Teatre Circ que no se consumó
La historia del Teatre Circ, que estuvo previsto en los terrenos donde ahora se levanta el Mercat Central, resulta singular. «Si se hubiese construido, era para la ciudad y cabían en él más de 1.000 espectadores», concreta Pàmies.
Y dice que «habría sido una planta redonda rodeada de asientos, con un primer piso enfocado hacia el centro y, además, el escenario a la italiana típico con acceso de mercancías y decorados, con una cúpula rebajada y una escalinata muy bella... Son cosas que entiendo que le sirvieron o fueron un pequeño precedente para el Palau de la Música. No en la forma, pero sí en el programa». El presupuesto no encajó.
La exposición también la impulsa el Arxiu Comarcal del Baix Camp y, además, «hemos incluido, a través de un panel, obras de fuera como el mausoleo de Jaume I, en Tarragona, hecho a medias con su hijo; el Mas Passamaner, en la Selva del Camp, empezado por el padre y acabado por el hijo; o el Celler Cooperatiu de l’Espluga de Francolí, del que el hijo hizo una tercera fase».