Alumnos de 4º de ESO del instituto Roseta Mauri de Reus recogieron, durante la tarde de ayer, 69 kilos de residuos. Centraron sus esfuerzos en el Parc de Albert Via, en la zona del Tecnoparc. Tras dos horas de trabajo, ya tenían una montaña de basura «y todo lo que queda...», exclamaba Jesús Ortiz, técnico de la Associació per a la Conservació dels Ecosistemes Naturals (CEN), que coordinaba la acción.
Este es uno de los puntos negros de la ciudad, donde todo tipo de desechos se acumulan. Pero no es el único. Ortiz señala que «en general, hay cada vez más residuos», a excepción de alguna zona muy concreta «donde solemos actuar, como es el río Glorieta». En la misma ciudad, más allá del Parc de Albert Via, hay otros ejemplos, y no todos son descampados en el extrarradio. Algunos incluso están dentro del núcleo urbano, como es el parking que hay delante de la Escola Institut Pi del Burgar. En la parte superior, cerca de la avenida de Marià Fortuny, es habitual encontrar desechos. Justo esta semana, había cartones, un cristal de grandes dimensiones roto y acumulación de latas y paquetes de tabaco.
Este es uno de los puntos negros de la ciudad, donde todo tipo de desechos se acumulan. Pero no es el único. Ortiz señala que «en general, hay cada vez más residuos», a excepción de alguna zona muy concreta «donde solemos actuar, como es el río Glorieta». En la misma ciudad, más allá del Parc de Albert Via, hay otros ejemplos, y no todos son descampados en el extrarradio. Algunos incluso están dentro del núcleo urbano, como es el parking que hay delante de la Escola Institut Pi del Burgar. En la parte superior, cerca de la avenida de Marià Fortuny, es habitual encontrar desechos. Justo esta semana, había cartones, un cristal de grandes dimensiones roto y acumulación de latas y paquetes de tabaco.
En el caso del Parc de Albert Via, «hemos encontrado básicamente plásticos, latas y también muchas toallitas, que no sabemos exactamente de dónde salen», comentaban Lidia, Iris, Lucía e Israe, cuatro de las alumnas participantes de la actividad. Tras pesar las cerca de una treintena de bolsas de basura que llenaron, observaron que la fracción resto era la más voluminosa, con más de 41 kilos. No obstante, el plástico era el más numeroso, el que ocupaba más bolsas, y un peso de 17,64 kg. De vidrio recogieron más de 7 kilos y de papel, 3,14. Entre la basura había también un televisor antiguo, una pistola de juguete o un neumático, aunque eran objetos muy puntuales. «El plástico es el que suele encontrarse en mayor cantidad y también el más problemático para el medioambiente. Muchos animales mueren por su culpa. Además, como que hay envases que huelen a comida, hay animales que se lo tragan y se ahogan», lamenta Jesús Ortiz.
«Es un problema que tenemos aquí al lado de casa. No solo en el mar hay plásticos», remarcaban los alumnos participantes en la actividad de ayer. Como explicaban, se trata de una acción que ellos mismos decidieron hacer en el marco del proyecto de Servicios Comunitarios. No era la primera vez que lo hacían. El año pasado ya participaron en una recogida, en aquel momento en el marco de Biología, «y ahora queríamos repetirlo». A raíz de aquí, contactaron con CEN y la asociación ha coordinado la actuación, en el marco de la campaña ‘1m2 pel camp, els boscos i la muntanya’, dentro del proyecto estatal ‘Libera, unidos contra la basuraleza’. «Es muy interesante trabajar con jóvenes y adolescentes», comenta Ortiz. Señala que, de entrada, muchos no son conscientes que forman parte del problema. «Pero son especialmente sensibles e incluso algunos lloran cuando se dan cuenta. Quieren hacer muchas cosas, pero no saben exactamente cómo y es necesario orientarlos. Actividades así son muy interesantes para trabajar la concienciación», añade.
Más allá de recoger residuos, la docena de alumnos, y algunos familiares que también se apuntaron, tenían otra tarea: fotografiar cada uno de los desechos antes de recogerlos. Todo este recopilatorio será colgado en la aplicación Litterati, que permite geolocalizar cada residuo, indicar qué material es, de qué objeto se trata e incluso de qué marca es. «Todo esto nos ayuda a tener una idea más clara. Es decir, no solo recogemos, sino que podemos generar toda una información que nos da pistas de cuál es el origen de un problema y, a partir de aquí, buscar soluciones e implementar medidas. Por ejemplo, en las playas de Barcelona está prohibido fumar a raíz de la gran cantidad de burillas que había», explica Jesús Ortiz.
Así pues, ayer, ante cualquier residuo, los alumnos sacaban el móvil y dejaban constancia de ello. «Es algo muy interesante porque es una manera de concienciar a la gente de lo que pasa», relataban Lidia, Iris, Lucia e Israe. Se dieron cuenta, por ejemplo, que había muchos residuos procedentes del Viena, ubicado a escasos metros, o también de empresas cercanas. «Seguramente el viento se lleva todos estos residuos y van acumulándose en este parque», relata Ortiz. A partir de aquí, la tarea continuará con una segunda fase. Y es que desde la asociación CEN plantean que los alumnos expongan el problema al Ayuntamiento, o incluso ir a hablar con dichas empresas para concienciar e intentar tomar medidas.
También el consistorio colaboró en esta acción a través de la concejalía de Medi Ambient. «Solemos participar en acciones de este tipo a nivel logístico», relata el concejal Daniel Rubio. En este caso, el Ayuntamiento se encargaba de recoger, al final de la actividad, todas las bolsas de residuos y gestionarlas.
En cuanto a solares similares, donde se acumulan residuos, pero que son de titularidad privada, Rubio explica que envían requerimiento a los propietarios, «usualmente cara verano, cuando hay más vegetación». En casos concretos, el Ayuntamiento actúa de forma subsidiaria «si hay un riesgo elevado», añade.
Detrás del hospital y otras áreas
Otro punto negro de Reus está al lado del Hospital Sant Joan de Reus. Al final de la avenida del Doctor Josep Laporte hay unos terrenos repletos de todo tipo de latas, envases y muchas mascarillas quirúrgicas, que seguramente han ido a parar allí por el viento. Pero hay también otros objetos más pesados, como unos tubos.
Otra zona problemática es el polígono que hay delante de la zona del Jardiland, en la carretera de Bellissens. Las parcelas todavía no han sido ocupadas y, a pesar de que los accesos están cortados, hay quien vierte restos de obra, escombros, e incluso años atrás había varios parachoques y algún váter. En este caso, el consistorio lo intenta evitar poniendo barreras de hormigón, aunque no siempre es suficiente.