Javier Veraguas ha cogido las riendas de la Fundación Mn. Frederic Bara de Reus, cuya función es, desde hace 45 años, atender a familias en riesgo de exclusión social con niños y adolescentes a cargo. Su nombre fue el propuesto tras jubilarse Mertxe Martínez, quien estuvo 13 años al frente de la entidad. La fundación sigue adelante con un Plan Estratégico, que proyecta objetivos a cumplir hasta 2028, un Código Ético y un Plan de Igualdad (hecho con ayuda de Gestban Consulting). Algunos de estos documentos tienen que recibir aún la luz verde del Ayuntamiento. Conseguir más recursos y ganar todavía más visibilidad son dos metas prioritarias.
¿Cómo ha acabado siendo director de la fundación?
Mi trayectoria en la Fundació Bara empezó siendo yo muy joven. Ya con 19 años trabajé aquí y monté la parte educativa. Tiempo después, me encargué de coordinar las actividades, algo que mantendré por ahora, pero que más adelante delegaré en otra persona de la entidad, para dedicarme solo a la dirección. Ser director no era algo que buscara, pero lo recibo muy contento. Continuaré la tarea de Martínez.
¿Cómo ha arrancado el curso?
El curso ha empezado con más de 150 menores, 75 de los cuales son adolescentes y jóvenes. Es una cifra récord. Atendemos a 86 familias y el año pasado ya extendimos nuestra labor, también de forma indirecta, a 431 personas de las diferentes unidades familiares a las que prestamos servicio.
Después de tiempo en la entidad ejerciendo varios cargos, ¿qué cambios ha observado?
Al analizar resultados tras el seguimiento que hacemos a las familias atendidas, nos damos cuenta de que los números no paran de crecer. El casal de verano, por ejemplo, empezó con 10 niños y tras 20 años –cumplidos este año– partimos grupos de la cantidad de gente que hubo. El volumen de niños y jóvenes no para de crecer, y eso no solo se debe a que haya más necesidad, sino que también hay una mayoría que sigue porque se siente a gusto aquí. Si no encontramos soluciones a sus problemas, los acompañamos para encontrarlas. Se generan vínculos entre educadores y usuarios, y eso es fundamental.
Cuentan con ayuda de voluntarios, también.
Y ya rozan la cincuentena, que además formamos aquí. Estamos satisfechos y es algo que va al alza. Somos como un engranaje.
¿Cuál es la salud financiera de la entidad? Pasaron por momentos complejos...
Contamos con la implicación del Ayuntamiento de Reus, la Diputació de Tarragona, de programas puntuales de la Generalitat y ayudas de otras entidades y empresas públicas y privadas. No paramos. Si comparamos nuestro estado financiero actual al de años anteriores, creemos que vivimos una situación estable y la relación con el Ayuntamiento empieza a ser buena, ha mejorado mucho.
¿En qué sentido?
Ambas partes tenemos que entendernos: la fundación necesita al Ayuntamiento y viceversa; siempre sin duplicar lo que es trabajo del Ayuntamiento. La realidad es que cuanto más queramos hacer, más recursos necesitaremos y queremos ser ambiciosos. Nuestra intención es generar también una herramienta a través de la que podamos medir el impacto social de nuestra labor, que es integral.
¿Tienen una estrategia?
Hemos creado un Plan Estratégico, otro de Igualdad y un Código Ético. Sentarán unas bases. Algunos objetivos del primer documento es crecer dando una atención de calidad, ganar en transparencia vía web, mejorar la comunicación externa y crear alianzas: ahora estamos en la Taula de Vulnerabilitats, con entidades del sector social del Camp de Tarragona.