Las reservas de agua se agotan. No está lloviendo «y como no caiga de golpe una tromba, esto no va a solucionarse», alerta Andreu Escolà, miembro del Grup d’Estudi i Protecció dels Ecosistemes Catalans (GEPEC). Aunque todavía no hay restricciones para el uso de boca, los payeses sí que ya han notado efectos en el riego: «Ha sido la peor cosecha de la aceituna. Y los avellanos, como no reciban agua en primavera, podríamos perderlos», alerta Josep Z. Ferré, responsable del agua del Baix Camp del sindicato Unió de Pagesos.
La preocupación va también en aumento entre municipios y entidades ecologistas, que hace años que reclaman una mejor gestión de los recursos. Los embalses se vacían y, de momento, no hay lluvias a la vista. Siurana está por debajo del 8% de su capacidad total y Riudecanyes, alrededor del 16%, según datos de esta semana de la Agència Catalana de l’Aigua (ACA).
La famosa sequía del 2008 «no llegó a tanto», puntualiza Escolà. De hecho, una situación como la actual «no se había dado nunca desde que funciona el sistema Siurana-Riudecanyes». Así lo explican fuentes consultadas de la Comunitat de Regants del Pantà de Riudecanyes, que añaden: «En 1948, no se pudo suministrar agua porque el embalse estaba literalmente seco. Pero entonces no se disponía del agua de Siurana, que llegó el año 1949».
Ahora, el poco volumen que queda en Riudecanyes no permite disponer de agua para regar, añaden desde la comunidad. «La única medida posible es restringir totalmente el agua de riego y la poca que queda, que sea para situaciones de emergencia de abastecimiento. Por ejemplo, Riudecanyes sólo tiene el embalse, no dispone de otras fuentes», subrayan.
El agua de este pantano del Baix Camp procede de Siurana. Allí, la situación es especialmente crítica para los municipios de la mancomunidad del Topograpo (Torroja del Priorat, Poboleda, Gratallops y Porrera), que se abastecen del embalse. Pudieron superar el verano y, ahora, «vamos aguantando», pero con la vista puesta en el cielo.
«Dicen que la calidad del agua es buena, pero vamos al máximo de cloro para garantizarla», admite el alcalde de Poboleda, Josep M. Díaz. Y es que, como recuerda, a menor cantidad en el embalse, mayores concentraciones de manganeso. Dice que no había visto jamás Siurana a estos niveles, «como mínimo, al 14 o 10%», y le preocupa que la sequía continúe. «Aunque si llueve, se la van a llevar hacia el Baix Camp...», lamenta Díaz, haciendo referencia a la concesión que permite a los regantes del pantano de Riudecanyes utilizar gran parte del caudal de Siurana.
El alcalde de Torroja del Priorat, Joan Sentís, señala la ventaja que tienen en esta época de otoño e invierno, en comparación del verano: ahora el consumo de agua es muy bajo. Y es que son municipios que, durante las vacaciones estivales, multiplican sus vecinos con los veraneantes. En cuanto a la calidad del agua, «en los análisis que hacemos a diario no hay ni turbidez ni manganeso» y, de momento, «no hay necesidad de hacer restricciones». El gasto que hace el Topograpo «es poco y, por ahora, tenemos agua de boca para bastante tiempo», tranquiliza Sentís. No obstante, denuncia la situación actual del río: «Está absolutamente seco».
Andreu Escolà, desde el GEPEC, relata que «el caudal no da ni para mantener los charcos», con todo lo que esto significa para la fauna y la biodiversidad. Para los ecologistas, más allá de la sequía, se trata de «falta de previsión». «Estamos en esta situación por la mala gestión que se ha hecho en los dos últimos años», denuncia. En 2020, después del temporal Gloria, ambos embalses estaban a rebosar. «Pero no fue aprovechado, no se hizo una buena gestión y ahora queda patente. La situación crítica demuestra que la gestión del pantano de Siurana no está adaptada a les condiciones del cambio climático», exclama Andreu Escolà.
Payeses sin alternativa
Quienes ven peligrar su futuro son los payeses. Josep Z. Ferré, desde Unió de Pagesos, tacha la situación de «dramática» y teme para las próximas cosechas. Y no solo eso, «sino que podríamos llegar a perder los avellanos». La única fuente de abastecimiento de los payeses de la zona del Baix Camp es el embalse de Riudecanyes «y si no hay agua, no hay riego. Sin riego, los avellanos pueden morir». De momento, lo único que pueden hacer es esperar. La ahora de la verdad llegará en primavera, cuando empieza nuevamente la temporada de riego. «Si no ha llovido entonces, puede ser un drama», exclama Ferré. En cuanto a los olivos, que ahora están muy secos, «puedes perder la cosecha, pero el árbol aguanta», detalla.
Toda esta preocupación se intensifica por los meses de sequía precedentes, que han dejado los árboles muy estresados. En la temporada pasada, por ejemplo, los miembros de la Comunitat de Regants del Pantà de Riudecanyes tuvieron derecho a uso de solo el 40% del agua que vendría ser habitual. Posteriormente, el 5 de agosto, el Departament d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural comunicaba que, a raíz de la sequía, no autorizaba el trasvase de 0,6 hectómetros cúbicos desde el pantano de Siurana a Riudecanyes.
Unos días más tarde, la Comunitat de Regants de Riudecanyes, conjuntamente con Serveis Territorials de Tarragona del Departament d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural, iniciaron obras para bombear agua desde el embalse. Con esta acción evitaron suspender el riego. «La pasada temporada ya fue muy justa y la situación va a peor», resume el responsable del agua del Baix Camp del sindicato Unió de Pagesos.
Soluciones a contrarreloj
GEPEC hace años que lo reclama: «Que se haga una mejor gestión de los recursos». Hay encima la mesa el proyecto para reutilizar agua de la depuradora de Reus, «pero vamos muy tarde. Tendría que estar hecho de hace décadas», denuncia Andreu Escolà.
También la Comunitat de Regants de Riudecanyes explica que están insistiendo para que las administraciones «ayuden a buscar otras fuentes, como la reutilización, que tiene una garantía que no depende de la pluviometría». No obstante, «el ACA dice que, ahora mismo, no es una prioridad. Pero tendrá que serlo», añade por su parte Josep Z. Ferré, desde Unió de Pagesos. El sindicato también reclama esta reutilización aunque admiten que «cuando los embalses están llenos, nos olvidamos rápidamente del problema. Ahora vamos a contrarreloj y no es la mejor manera de hacer las cosas, pero nos tenemos que poner las pilas», reclama.
Más de 500 municipios, en alerta
La alerta por sequía ha sido ampliada esta semana en la Conca Ter-Llobregat y en Darnius-Boadella. Ya son más de 500 los municipios catalanes con restricciones. Las limitaciones son de uso agrícola, industrial y recreativo. En el Baix Camp, hay varios núcleos que están en alerta, como es el caso de Les Borges del Camp o Alforja, entre otros.
En el primer caso, el alcalde, Joaquim Calatayud, relata que los pozos están secos y que salen adelante gracias a una mina. No ha habido restricciones, pero reclama que la solución a largo plazo para Les Borges y otros municipios de la zona, que solo cuentan con recursos propios, tiene que pasar por sumarse al Consorci d’Aigües de Tarragona.