Los primeros peatones han podido poner a prueba ya estos días la nueva movilidad del Raval de Santa Anna, cuyo tramo entre la plaza Prim y la calle de Santa Anna reabrió el viernes al público tras completarse la mayor parte de las obras que dan prioridad al viandante y restringen el acceso de vehículos. La plataforma central está prácticamente acabada pero en la zona aún se siguen llevando a cabo trabajos «puntuales», tal como concreta el Ayuntamiento, aunque entre el 21 de diciembre y el 7 de enero las labores se paralizarán por completo coincidiendo con lo más fuerte de la campaña comercial de Navidad.
Muchos de los vecinos de esta área valoran que la peatonalización les traerá «más tranquilidad» y auguran que «mejorará la imagen» del Raval, pese a que las obras «han sido muy ruidosas y se han alargado demasiado tiempo». Pero para otros las restricciones al tráfico rodado plantean ciertas molestias y dificultan el día a día, especialmente en el caso de las personas mayores o las que necesitan ayuda para desplazarse. Los hay que piden «control» para que aumentar el flujo de transeúntes no derive en ruidos nocturnos y que la gente no se acumule frente a las fachadas de las viviendas a deshora.
En cuanto a la actividad económica, los comerciantes se encuentran «a la expectativa» de los efectos que dejarán estos cambios en la vía pública y esperan que «hayan sido todos para bien». Algunos comentan que la calle «ahora no tiene el aspecto que esperábamos» pero son conscientes de que la remodelación no ha culminado y que la instalación de mobiliario será clave.
Fuentes municipales precisan que la imagen de la zona variará porque «falta pulir el asfalto, que tendrá un color más rojizo» y también están pendientes «el mobiliario urbano –’parklets’ con vegetación y bancos– y la parte tecnológica», que incluye bolardos con lectores de matrículas, pantallas informativas del estado del tráfico y cámaras de videovigilancia. También queda «sustituir las baldosas que faltan en la parte de las aceras, el ‘panot’ Gaudí». Las intervenciones de envergadura que no se han llevado a cabo se ejecutarán «pasado fiestas, pero estos días quizás hay alguna actuación puntual que no afecte a la movilidad». El presupuesto total es de 374.650 euros. De momento, el paso de vehículos no se permite de 11 a 2h.
En Salvador Espriu aún hay vallas
Las vallas y el material de obra se han retirado del Raval pero se mantienen en la calle Salvador Espriu. Desde allí, Núria Queralt, propietaria del Colmado Giner, lamenta que «eso nos va fatal, nos ha tocado de lleno lo peor» y expresa que «así perderemos ventas segurísimo». Apunta que «los que estamos aquí parecemos el patio de atrás, la parienta pobre» y que «el Ayuntamiento nos dice que, como las obras no se han acabado del todo y los materiales se usarán más adelante, se tienen que quedar donde están». Queralt considera que «es indigno, no podemos tener así una ciudad comercial como Reus» y se muestra «disgustada». Avisa de que «por nuestro producto, la Navidad es una época importante y será una ruina si esto no permite que nos vaya bien», y pide el mismo trato que el Raval.
Precisamente en la parte del Raval ya peatonalizada vive Juan Antonio Mercado, que dice que «lo veo mejor así porque es más seguro, antes pasaban muchos vehículos» y concreta que «nosotros ahora no tenemos coche, pero cuando lo teníamos tampoco se podía aparcar aquí». «Está bien para pasear con los niños», añade. Sobre las obras, sostiene que «han sido muy largas y muy ruidosas, se ponían muy temprano y no había manera de dormir ni de estar en casa».
Muy cerca de él tiene su piso Anaïs Martínez, que entró a vivir hace dos meses y «me pillaron ya las obras». «De todas formas», opina, «tampoco ha ido tan mal» y «ahora que lo veo ya hecho me gusta mucho, me da sensación de más espacio». En cuanto al coche, mantiene que «esta parte yo ya no la he conocido con tráfico, pero aparco habitualmente en la zona blanca del Reus Deportiu, que realmente está a solo cinco minutos a pie, y aquí no me importa no poder pasar». «Prefiero que haya gente que coches», concluye Martínez.
Y otra vecina, Sandra Martín, recuerda que «llevábamos desde verano sin poder hacer nada en casa: empezaban a primera hora y hemos tenido ruido, todo vibraba, hasta daba migraña... Estoy opositando y era imposible, igual que teletrabajar». «Se hizo una parte en verano, se paró y se volvió a abrir después, y creo que se podía haber hecho todo de una sola vez», apunta, y expresa que «se ha tardado mucho y tampoco se ha hecho nada del otro mundo».
Ahora, «aunque me gusta que sea peatonal, encargo al supermercado que me traiga la compra a casa porque ya no puedo pasar con el coche», añade Martín, y precisa que «he decidido vivir en el centro y esto es así, y lo acepto». En cuanto al mobiliario que se instalará, cuenta que «antes, había personas sentadas aquí abajo hablando hasta la madrugada» y espera que «no haya problema, porque sé de gente que se ha ido por el ruido; debe haber un control durante las noches entre semana».
En cuanto a los comercios, desde Atemporal, Maica López explica que «estamos contentos. ¿Lo hemos notado ya? Aún hay que esperar, pero yo diría que pasa más gente y espero que sea positivo». «Al final las obras se han hecho en una época complicada pero las vallas se quitaron antes del Black Friday, no estarán por Navidad y nos damos por satisfechos», concreta, y precisa que «después continuarán las obras y debería ser más chulo».
En Grup Moral Immobiliària, Ivan Canalda comenta que «las ideas que tenemos de cómo debía quedar, las expectativas, quizá eran más altas pero sabemos que hay que continuar la obra; veremos cuál es el resultado, porque nos trasladamos aquí hace un mes esperando que funcione y que venga más gente». En otro comercio dedicado a la moda destacan que «después de las obras, y como todavía están haciendo algunas, podrían pasar a limpiar las aceras para que no se vean sucias» y añaden que la intervención «debería haber sido más ágil y contar con algunos operarios más» teniendo en cuenta que se acercaba la campaña navideña.