Marcharse de las grandes ciudades para iniciar una actividad económica de carácter agrícola en Reus y otros municipios del Baix Camp se está convirtiendo en una tendencia que va ganando adeptos. Programas juveniles –como el que impulsa el Consell Comarcal del Baix Camp, ‘Joves amb talent’– impulsan la creación de proyectos sostenibles en el medio ambiente y propicia la venida de jóvenes a trabajar la agricultura e incluso a otros a volver a casa tras haber pasado un tiempo trabajando en otro lugar.
«Damos servicio a municipios con casuísticas diversas, ponemos el foco en las personas con riesgo de exclusión social, en la reinserción de mujeres que han sido madres y, también, en los micropueblos que no pueden ofrecer trabajos por falta de servicios, entre otros», expresa la presidenta del Consell Comarcal del Baix Camp, Rosa M. Abelló.
Hacen de altavoz de diferentes programas de inserción laboral juvenil del Servei Públic d’Ocupació de Catalunya. El programa mencionado, ‘Joves amb talent’, «es nuestro, propio del Àrea de Joventut del Consell Comarcal, en colaboración con el Banc de Terres y a través del que se enseña agricultura regenerativa». «El mundo rural ofrece muchas oportunidades y hay que evitar su despoblamiento», añade.
Tras cuatro ediciones, Abelló resume que desde que se creó ‘Joves amb talent’ «han prosperado 47 proyectos, eso ha propiciado el desarrollo de negocios diferentes y relacionados con la ganadería, la agricultura ecológica y la apicultura, entre otros». De hecho, ayer comenzó la quinta edición.
Ramón Rojo (39) cuenta su experiencia como productor de aceite de oliva ecológica (@olilamagat) y como asistente a dicho programa: es de Barcelona y ahora vive en Arbolí. Gracias al Banc de Terres –que permite trabajar fincas sin tener que adquirirlas en propiedad, pagando por su explotación a través de un acuerdo con la propiedad– trabaja un total de 20 hectáreas, repartidas en fincas en Botarell, Reus, Les Borges del Camp y Arbolí. En todos los terrenos produce aceite, pero en el último prefirió optar por la avellana. «Mi familia tenía experiencia en la agricultura, pero al llegar yo a la demarcación de Tarragona me di cuenta de que había mucho terreno por aprovechar. Dejé mi trabajo anterior, de conductor de autobuses, y quise empezar de cero. Aunque ya en Barcelona me dediqué a la agricultura más bien por ocio, decidí ganarme la vida con ello», recuerda.
Una red de contactos
El programa ‘Joves amb talent’ del Consell Comarcal lo ayudó a complementar su aprendizaje y «me abrió puertas; conoces gente en tu misma situación y que, al final, forma parte de tu red de contactos, a través de la que puedes aprender y ayudar», aporta. Tienen un grupo de mensajería instantánea donde resuelven dudas y se organizan para lo que sea, también.
El acuerdo con el Banc de Terres y su implicación en ‘Joves amb talent’ fueron dos pasos que Rojo hizo casi «al mismo tiempo». «El programa está bien, te da un empujoncito, pero luego está la realidad. Día a día te encuentras con dificultades. En Catalunya tenemos que ponernos las pilas en materia de autoconsumo, porque tenemos productos de calidad. Impulsar un proyecto agrícola requiere de inversión (yo me dejé los ahorros), pero controlo todo el proceso de producción del aceite y vendo directamente al cliente final. Después de mucho trabajo acaba quedando cierto margen de beneficio», sostiene.
Destaca que para empezar, «hace tres años, unos cuantos profesionales decidimos montar una asociación para tener un modelo jurídico sólido e iniciar la actividad». Una vez consolidada la agenda de clientes y la marca, «con un proyecto viable, ya podíamos empezar a trabajar por cuenta propia», comenta.
Otra «forma de vida»
Janira Villar (37), del Bages, es otro ejemplo de profesional (@masdesantacreu) que optó por venir al Baix Camp, a por otra «forma de vida con valores sostenibles». Decidió emprender un proyecto agrícola con su pareja. «Él viene de familia payesa, yo no, aunque me había dedicado al sector de la alimentación. Acudimos en ediciones distintas a ‘Joves amb talent’, que nos sirvió para conocer una red de personas, colaborativa, en la que crecemos todos juntos y donde hay gente de otras ediciones, también». Con nociones de ganadería ecológica, Villar se hizo autónoma para cumplir los requisitos para optar a las ayudas de jóvenes agricultores.
«Nos encargamos de 11 fincas, la mayoría del Banc de Terres, pero no todas. Están en Riudoms, Reus, Duesaigües, Riudecanyes, Les Borges, Botarell y Les Voltes (Riudecols)», concreta. Dichas tierras no se encuentran en el mismo estadio productivo y, por lo tanto, «la recuperación de cada una es diferente y nos repartimos el trabajo en función de eso», manifiesta. Se ocupan de todo proceso de producción del aceite, de la fruta seca (avellanas y almendras) y de productos elaborados con algarroba; además se dedican al pollo de pasto y se están iniciando en el pasto de vacas, también. «Vendemos los productos al cliente final, tiendas ecológicas de proximidad con nuestros mismos valores y restauradores que abogan por el slow food, respetando los tiempos de cada alimento», declara. Aunque es «mucho trabajo», comenta que «este tipo de agricultura no la puedes parametrizar, el proceso de recuperación es lento y la inversión inicial importante». El hecho de establecerse como autónoma, reconoce, «facilita algunos aspectos del trabajo, hay más flexibilidad para conciliar». Por otro lado, visibilizan su labor agrícola por redes sociales, pero «lo más efectivo es el boca a boca, con el cliente estableces una relación de confianza», resume.
Por su parte, el productor de avellana ecológica en La Febró, Joan Jordi Solé (35) valora que el programa le resultó «útil e inspirador», sobre todo para saber más de «preparados biodinámicos y para el aprovechamiento del agua de lluvia», dice. Está satisfecho con el Banc de Terres, también: «Pusimos el proyecto en marcha con mi madre y eso me permitió trabajar las fincas sin comprometerme a comprarlas ni preocuparme de a quién se las dejaría en el futuro». Solé fue alumno de ‘Joves amb talent’ 2019, anfitrión de sesiones prácticas del curso 2019-2020, es usuario del Banc de Terres y propietario de maquinaria del Banc de Recursos Agraris. «Estudié ingeniería industrial y estuve años trabajando en Barcelona, pero también me gustaba el mundo agrícola y aposté por él. Ahora tengo vivo al ritmo que quiero y soy feliz», confiesa. Dedicarse al sector agrícola ha comportado invertir «cuatro años» en acondicionar el terreno. «No es tener fincas y ponerte a trabajar. Es todo un proceso», asegura.