Nerviosos e ilusionados, los últimos doce alumnos de la Escola Ciutat de Reus fueron recogiendo ayer, uno por uno, su birrete y un recuerdo que resume algo de lo mucho que han vivido en el colegio. Se los entregó el equipo docente, encabezado por la directora, Lluïsa Barbarà, que deseó a los estudiantes de quinto y sexto de Primaria «que sean felices, que les vaya bien este cambio que será exagerado porque salen de un sitio pequeño y familiar, que sean responsables y que disfruten de la vida».
Su fin de curso supone, también, el cierre definitivo de este centro de enseñanza histórico, que culmina la extinción iniciada hace unos años con el objetivo de vaciar las instalaciones de la calle Figueres, a donde está previsto que acabe trasladándose la Escola Els Ganxets para dejar atrás los barracones que ocupa. La Generalitat reservó dos millones de euros para materializar la mudanza.
La Escola Ciutat de Reus, que abrió puertas a principios de los 70 y habría cumplido 50 años al inicio del próximo curso, desaparece pero deja una importante huella en su entorno y en todo el municipio. «La llegada del colegio lo fue todo para el barrio y son muchos los que allí encontraron amistades, convivieron, compartieron o incluso se llegaron a formar también familias», explicaba hace pocos días la presidenta de la Associació de Veïns del Barri Gaudí, Maria del Mar Escoda.
En esta última promoción ya solo quedaban niños. Los alumnos con hermanos pequeños se habían ido marchando a otras escuelas aprovechando las matriculaciones de estos y la casualidad hizo que, en el 2021-2022, no hubiese ni una sola estudiante. Mientras los de sexto darán el salto lógico hacia el instituto, el Departament d’Educació informó recientemente de que buscaría una solución, «caso por caso y no en bloque, atendiendo a cada situación», para los de quinto, que todavía deben completar la Primaria.
A los doce, la rutina escolar les ha convertido prácticamente en familia. «Al ser tan pocos, se acaba creando esa relación bastante especial y entre todos nos conocemos muchísimo. Casi sin hablar, solo con mirarnos ya sabemos si es un buen día, si pasa alguna cosa, si alguien necesita algo... les hemos conocido a ellos y a sus hermanos», precisaba Barbarà.
«La escuela creció con el barrio»
«La trayectoria ha sido muy larga, por aquí ha pasado mucha gente y nosotros somos el último grupo; la escuela ha crecido con el barrio», apuntaba ayer la directora, y destacaba que «hoy –ayer para el lector– es un día complicado: es alegre, porque los alumnos acaban e intentamos llevar la normalidad al máximo, pero todos sabemos que esa normalidad no está; también es muy emotivo y, al final, emocionante, porque llevamos unos días haciendo pequeños encuentros con algunas personas que habían pasado por aquí».
«Esperamos que nos recuerden. Nosotros seguro que los recordaremos mucho», expresaba Barbarà. Junto a ella, Amaia García, Cori Mariné, Sonia Segura y Farah Ararou han acompañado a los pequeños este último curso. Ahora, también a ellas les esperan nuevos destinos.