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Banderas de nuestros tiempos

Identidad y diversidad. Las celebraciones multitudinarias de los seguidores reusenses de Marruecos visualizan de forma nueva y llamativa una realidad social

10 diciembre 2022 19:53 | Actualizado a 11 diciembre 2022 07:00
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El pasado martes, unos 1.500 jóvenes reusenses se congregaron en la plaza Prim para celebrar el triunfo de su equipo. El mismo rito que practican los aficionados del Reus Deportiu, el Barça, el Real Madrid o la selección española, con la novedad que lo celebrado esta vez era la victoria de Marruecos, que acababa de eliminar a España del mundial de Qatar.

A la fiesta a los pies del monumento al general Prim siguió una marcha festiva por los arrabales, de regreso a la zona del Mercat del Carrilet. El Tomb de Ravals es otro escenario tradicional de desfiles y manifestaciones de toda índole, aunque esta vez las banderas rojas que enarbolaban los ciudadanos reusenses no eran un emblema político, sino nacional: la enseña roja con la estrella verde de Marruecos. Mientras escribo estas líneas, supongo que deben estar repitiéndose alegrías similares tras la clasificación de la selección norteafricana para las semifinales a costa de Portugal.

Las estadísticas y la vida cotidiana constatan desde hace décadas la importancia de la comunidad de origen marroquí en la ciudad, pero nunca antes se había visualizado de esta manera, al menos de forma tan multitudinaria. Un baño de realidad sobre la amalgama de identidades que conforma nuestra sociedad. Las banderas de nuestros tiempos tienden a la multiplicidad y a expresarse de muy diversas maneras.

El fútbol es uno de esos canales, por las pasiones que despierta y los referentes que genera. Así, muchos de los participantes en los jolgorios lucen la camiseta y el peinado de su ídolo, Achraf Hakimi, internacional marroquí nacido en Madrid, jugador del París Saint-Germain y pareja de la actriz Hiba Abouk.

Guiño a la historia

Escenas y reflexiones extrapolables a muchas ciudades españolas y europeas, pero que en Reus constituyeron además un guiño a la historia. Las banderas rojas de Marruecos ondeaban alrededor de la estatua ecuestre del general Prim, héroe de la guerra colonial de 1860, librada en los campos de batalla del norte del territorio marroquí.

Desconozco si los muchos seguidores y seguidoras que vitoreaban a los Leones del Atlas conocen el curriculum bélico del personaje, pero la imagen resultaba turbadora vista con perspectiva histórica: los descendientes de las cabilas que hicieron frente a las tropas de Prim festejaban una victoria contra España bajo la estatua del general blandiendo su espada.

El original de dicha espada descansa a unos centenares de metros de allí, junto a la reproducción del discurso que dirigió Prim a la multitud cuando la donó a su ciudad natal a su regreso triunfal de la guerra de África: «Acabo de entregar a vuestro Ayuntamiento la espada que vibró en Castillejos, Tetuán y Wad-ras. Todavía está teñida de sangre mora...».

Siglo y medio después, hay quienes siguen enfrascados en los combates entre aquellos bandos, hoy trasladados al terreno de la ideología y la religión y que pueden librarse con armas virtuales.

El último episodio sucedió precisamente a raíz del triunfo de Marruecos contra España en el mundial de fútbol. Las celebraciones y el riesgo de que se produjeran disturbios tras el precedente de lo sucedido en Bélgica intentaron ser aprovechadas con fines espurios. Fake news como el asesinato de un aficionado español en Cartagena o saqueos de comercios en varias ciudades chocaron contra la evidente falsedad de los hechos.

Otras tuvieron más recorrido al ser compartidas por grupos políticos, como el bulo que el ayuntamiento socialista de Murcia había iluminado el edificio de las Aguas con los colores de la bandera de Marruecos, cuando se trataba de las luces navideñas que se utilizan cada año. Incluso hubo una difundida con antelación que decía que la alcaldesa de Vic iba a ceder la plaza mayor para que los musulmanes celebrasen su fiesta del carnero si la selección marroquí tumbaba a la española.

Incidentes de falsa bandera

En este proceloso terreno de los incidentes y los bulos, resultó de lectura recomendable y esclarecedora la noticia publicada por Jordi Cabré en este diario. La tarde del partido había sido considerada de alto riesgo en Reus y se saldó con la quema de una quincena de contenedores en varios puntos de la ciudad, con perjuicios añadidos a coches, balcones y entradas de locales, que en principio se relacionaron con la euforia de los aficionados marroquíes, pese a estar alejados de la zona de festejos.

En base a informaciones contrastadas con fuentes policiales, Cabré pudo aportar datos relevantes sobre las circunstancias que rodearon los diversos actos vandálicos. Uno de los incendios se produjo antes del partido y fue provocado por un pirómano habitual que fue arrestado, mientras que la rotura del retrovisor de un coche en la calle Misericòrdia fue obra de un joven que participaba en las celebraciones futbolísticas y que no pudo ser identificado.

Pero lo más llamativo es que las sospechas sobre los restantes contenedores quemados recaían sobre un grupo o grupos de jóvenes españoles de ambos sexos y ninguna afinidad con la selección de Marruecos. Todos sus integrantes vestían ropas oscuras o negras y habrían provocado los incendios con la probable intención de que fuesen atribuidos a los seguidores marroquíes. Es decir, ataques de falsa bandera, por utilizar una terminología últimamente muy en boga en conflictos militares.

Las fake news, en todas sus variantes, son también banderas de nuestros tiempos.

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