Un primer premio de la Lotería Nacional, de 60.000 euros al décimo, en la Rosa Llibreria de la calle Ample; un segundo, de 12.000 euros por cada papeleta, en la Librería Marisa de la plaza Gabriel Ferrater tan solo una semana después; 1,1 millones en varios décimos del Cuponazo de la ONCE vendidos en la cafetería del Hospital Sant Joan y hasta un acertante de 14 en la Quiniela para una peña de la administración La Pastoreta que se hizo con medio millón de euros. Todos estos repartos de fortuna se dieron en Reus en el plazo de diez días, a finales de agosto. La coincidencia en el tiempo ha generado cierta impresión popular de que en la capital del Baix Camp toca más la lotería. A eso hay que añadir los últimos Sorteos de Navidad, en los que el Gordo ha caído dos veces seguidas, en 2019 y 2020. La Pastoreta, agraciada el pasado invierno, prevé que esta será una de las mejores campañas de su historia.
¿Debe usted ir corriendo a la administración más cercana para hacerse con un boleto? ¿Es Reus un lugar especialmente tocado por la suerte? No parece, en realidad, que sea así: a pesar de estos últimos acontecimientos, la ciudad no es diferente de otras, más allá del hecho de que «cuanta más gente compra lotería en un sitio, aumenta la probabilidad de que toque allí simplemente porque en ese lugar se han vendido más números; después, que caiga un premio anima a comprar más y todo se retroalimenta», explica Maria Bras, catedrática en Matemáticas de la URV. «Las supersticiones no tienen ningún sentido, la suerte no es ningún concepto científico», añade. Pero mucha gente cree en ellas.
La recuperación o no de los viajes de estudios también marcarà el éxito de la campañaAl frente de La Pastoreta, el administrador Òscar Bausà explica que, al haber tocado el año pasado el Gordo, estas van a ser, en cuanto a ventas, «unas de las mejores Navidades desde que se puso en marcha la administración», hace más de tres décadas. Las 60 series del primer premio, el 72.897, expedidas en su ventanilla dejaron en Reus, en 2020, 240 millones. La empresa Indústries Teixidó se llevó la mayor parte y «ahora toda la lotería que llevamos a Riudecols se agota constantemente, tanto en la fábrica como en sus alrededores». Bausà recuerda que «Tarragona tenía el San Benito de ser la única provincia donde no se había dado nunca el Gordo y ya nos lo hemos quitado de encima», y añade que «también había algo de boicot a la lotería y ha empezado a quedar atrás». Todo eso, sumado a que «la Lotería de Navidad es muy tradicional y es difícil encontrar a alguien que no juegue», parece garantizar el éxito de ventas, que «también estará marcado por si los colegios se plantean o no hacer viajes de estudios».
En cuanto a los números más solicitados, destaca recientemente «la fecha en que el volcán de La Palma entró en erupción». El propietario de La Pastoreta explica que «mucha gente se fija en los días en que ocurren desgracias» y «también es habitual pedir fechas de nacimiento, el número del año en que estamos y los clásicos 13 o 15». Sobre las opciones de que quien se lleva un boleto acabe nadando en millones, Bausà apunta que «la posibilidad de que personalmente cojas un premio es similar en cualquier sitio pero la administración que vende más tiene más oportunidades». «La fortuna, a menudo, no es de quien la persigue sino de quien la encuentra», afirma, aunque dice que «soy un vendedor de ilusión y creo en la suerte, en que Isabel Besora echa una mano, y en el tiempo que llevo aquí he visto de todo; también, a veces, necesitas una ayuda y aparece».
La catedrática en Matemáticas Maria Bras dice que "la superstición no tiene sentido"Si uno busca respuestas en las matemáticas, la cosa está clara, tal como detalla Bras: «No hay ninguna justificación científica para comprar lotería. Y ya no hablo de cogerla en una administración concreta, sino de coger lotería en general». «A veces, se pone el ejemplo de la Bruixa d’Or, y claro que toca allí, pero es que estaría bien analizar qué proporción de lotería se vende en esa administración», concreta la catedrática, que apunta que «de cada tanto dinero que se gasta la gente en jugar, el retorno es muy pequeño y es proporcional al que se ha gastado». Y es tajante: «Comprar lotería es pagar impuestos alegremente».
Pero, ¿y si en su empresa tienen un número y les toca a todos menos a usted? «Es una posibilidad pero es muy difícil y confío en que, si me pasa, por lo menos me invitarán a un café», dice Bras. ¿Y las personas que han comprado un décimo y se han llevado premio? «Que te puede tocar es una realidad igual que puedes tener una enfermedad rara, que es extraño pero hay a quien le sucede», concreta, y añade que «parece que la regla es que la gente se lleve millones y no es así; si todos los que no ganan salieran también en la televisión...». ¿Y los casos de personas que pasaban un mal momento y obtuvieron un premio? «Si alguien tiene necesidades, le recomiendo que invierta ese dinero en alguna fórmula que le pueda ayudar porque esa no lo va a hacer y, además, hay estudios que dicen que quienes ganan mucho dinero de golpe lo suelen acabar perdiendo», afirma.
La catedrática en Matemáticas expresa que «a veces, la gente está contenta porque tiene el reintegro, y eso no se entiende porque es como si uno ya jugase esperando que iba a perder el dinero» y dice que «el único sentido de la lotería es colaborar con alguna causa o alguna actividad, como las extraescolares». «Hay un referente en didáctica de las matemáticas que se llama Claudi Alsina y que dijo ‘seréis buenos profesores de matemáticas si conseguís que vuestros alumnos no compren lotería’, y yo me agarro a esa idea», concluye.
Sobre el terreno, los premios generan tirón y animan a muchos a pedir un décimo. Lo sabe bien Rosa Bordes, del quiosco de la calle Ample, que dio en agosto un primer premio de la lotería nacional con el 72.083, a 60.000 euros el décimo. Explica que «unos días después, aumentaron las ventas, pero con el paso del tiempo se normaliza», y dice que «se trata del azar». Con el número 71.911, la Librería Marisa de la plaza Gabriel Ferrater repartió este verano 12.000 euros al décimo. Desde el establecimiento, Gloria Marín concreta que «cuando cae algo, suele venir más gente porque se animan, piensan que va a tocar más» y la euforia «suele aguantar una temporadita, hasta que va tocando en otro sitio». Como en la calle Ample, tampoco es la primera vez que algo cae ahí y «normalmente es gente del barrio». De la lotería de Navidad «también se van vendiendo ya bastantes décimos, perece que se están llevando más quizá porque tocó el año pasado».
Francisco Navarro, vendedor de la ONCE y artífice del reparto de 1,1 millones en la cafetería del Hospital a través del Cuponazo, atiende con alegría a los compradores, que «han aumentado bastante». En sus 24 años de trayectoria ha dado también otros premios. Con este último «ha habido un ‘boom’ que hay días que todavía se nota», explica, y añade que «la gente pide números y hago mucho de máquina». En agosto vendió 31 cupones que resultaron premiados con 25.000 euros cada uno y otros nueve décimos premiados con 40.000 euros. «Era una semana en que yo iba hablando mucho sobre la década de los 80, la música de los años 80 y todo eso, y mira, al final fue el 80», el 75.480. «Estoy muy contento», celebra.