Educar en comunidad y ofrecer todas las herramientas adecuadas para perder el miedo a equivocarse. Bajo esta filosofía se vale la Associació Calmécac desde que se constituyó hace dos años en la ciudad. Por el momento, cuentan con una decena de familias asociadas a la entidad. Irina Ravelo, al frente de la misma, promueve tres pilares a través de los que se articulan diferentes actividades que allí se realizan: educación, igualdad e integración.
Son ramas que se combinan entre sí y están abiertas a personas de todas las procedencias y edades. Su misión es acompañar a todo individuo o colectivo a través de servicios educativos no reglados, tanto de capacitación como de sensibilización. En el terreno educativo, se llevan a cabo clases de repaso para estudiantes de primaria y secundaria e inciden, sobre todo, en matemáticas y comprensión lectora. «Entender las cosas y explicarlas bien es básico, hay que hacerse entender. Es esencial para interactuar con la gente. En las clases desarrollamos una metodología concreta basada en la investigación-acción, donde partimos del conocimiento de los asistentes. Ellos forman parte activa del desarrollo del aprendizaje. El objetivo es aprender de forma colaborativa, sin promover la competición. Quien sabe más, ayuda a que otros aprendan», explica Ravelo.
Los jóvenes también aprenden a resumir y a simplificar ideas, así como las técnicas de estudio más efectivas consolidar el conocimiento en «un mapa mental claro». «En refuerzo de matemáticas trabajamos con tres variables: el tiempo, el número de errores y el nivel de ayuda recibida. Son clave y se van puliendo. El bienestar emocional es para nosotros muy importante, y a veces realizamos un poco de meditación: pensamos en mejorar lo que somos y cómo nos sentimos», describe.
Por otro lado y desde este pasado julio, han implementado su oferta educativa con la incorporación del profesor de inglés nativo Paul Dhaliwal. «Damos mucha importancia al conocimiento de las lenguas de forma inmersiva, con conversaciones en las que podamos argumentar y expresar nuestras opiniones. Tratamos conceptos importantes como la igualdad, la equidad de género y los estereotipos», añade. En el pilar de la igualdad, trabajan con otras asociaciones sudamericanas afincadas en el territorio, como las procedentes de Bolivia y Perú.
Una actividad que Ravelo pone de ejemplo son los ‘relatos de vida’, en los que un pequeño grupo de personas, generalmente mujeres de edad avanzada, explican su aprendizaje vital y se trabaja en promover una buena autoestima.Por último, en el aspecto de la integración, en Calmécac, se esmeran por crear un espacio de convivencia con la finalidad de mimetizarse con la sociedad que les rodea, sin perder la esencia de sus orígenes. «La asociación es una herramienta que pretende unir a las entidades. La diferencia es cotidiana para nosotros. Nos gustaría que, en un futuro no muy lejano, pudiéramos dar a conocer de forma conjunta muchas culturas en un proyecto intercultural en el que se beneficiara todo el mundo», dice.
Calmécac en sí, nace de la idea de compartir conocimiento y experiencias a través de la interculturalidad. «La trayectoria de esta asociación se remonta a 22 años atrás, con una asociación homónima fundada en México en la que también me impliqué. Al llegar a Reus, mientras realizaba mis estudios del doctorado sobre la cuestión de género, pensé que se podría crear una entidad con algunas de sus bases y hacer un poco de hermandad», explica sobre los orígenes de la asociación.
La esencia de la entidad es para Ravelo también una forma de relacionarse e integrarse con el entorno. «El hecho de juntarnos con personas de Reus, nos permite conocer también sus fiestas y cultura», aporta. De hecho, hace muy poco celebraron la fiesta del día de los muertos en el Centre Cívic del Carme, en la que demostraron que la muerte es la continuación de la vida y que, enfrentarse a ella, es algo cultural.