El presidente ucraniano, Velodymyr Zelensky, ha pedido el martes pasado la reforma de Naciones Unidas. A imagen de la antigua Sociedad de Naciones, la organización ha fracasado en su misión de seguridad colectiva. Sus prioridades son ahora el desarrollo y el cambio climático. Con camisa caqui, Zelensky se dirigió el martes pasado por videoconferencia al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, reunido en Nueva York, en sesión urgente desde Ucrania. El tono ha sido firme y la expresión fluida y rápida. El presidente ucraniano ha descrito los horrores cometidos por las fuerzas rusas en Ucrania. Habló de civiles dentro de sus coches, masacrados por placer y mujeres violadas.
A continuación, invitó a los miembros del Consejo de Seguridad a observar un video que muestra cuerpos en fosas comunes, manos de cadáveres, todo acompañado de una música de violoncelo y de viola. El mensaje es de una crudeza impresionante y de increíble tristeza. En la sala del Consejo de Seguridad, el embajador ruso, Vassily Nevenzia, responde denunciando la injusticia histórica de Maidan, la revolución de 2014 y fustiga a los nazis que gobiernan con terror en Ucrania. Para Zelensky, por el contrario, los crímenes cometidos muestran a las claras que no hay diferencia entre Rusia y y los terroristas como Daech. Denuncia el colonialismo ruso de otra época, los 2.000 niños asesinados por las fuerzas rusas.
Pero se pregunta sobre la pertinencia del Consejo de Seguridad, totalmente bloqueada por el veto ruso. Se refiere al artículo 1, del capítulo I, de la carta de Naciones Unidas, que prevé que, para mantener la paz y la seguridad internacionales, pueden ser aplicadas medidas colectivas para contener todo acto de agresión u otra ruptura de la paz. Una misión que la organización multilateral no ha puesto en marcha. El presidente ucraniano pide restaurar la Carta de las Naciones Unidas y reformar su sistema.
La organización ha fracasado en su misión de seguridad colectiva. Sus prioridades son ahora el desarrollo y el cambio climáticoSe ha constatado que, en efecto, el resultado es implacable. La ONU ha fracasado en su misión de seguridad colectiva. Sus agencias especializadas hacen un trabajo excelente y necesario sobre el terreno, desde la UNICEF hasta el Alto Comisariado para los Refugiados. Sin embargo, políticamente, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, es intensamente criticado por haber tenido a sus abonados ausentes, en la fase de la escalada de tensiones, que han precedido a la invasión rusa. Hay quien lo describe como un secretario general ginebrino, en el sentido que él trabaja ahora como ex Alto Comisariado para los refugiados antes de llegar a Nueva York como secretario general. Sus súplicas recientes, para poner fin a esta guerra absurda, no son más que una ilusión.
En mi opinión, la guerra de Ucrania tendrá un impacto de muy larga duración en el seno de la ONU. La Asamblea General de Naciones Unidas, no obstante, ha dictado dos resoluciones por 141 votos sobre 193 y 140 votos, exhortando a Rusia a retirar sus tropas de Ucrania. Esto no es algo anodino. En Nueva York, Estados Unidos y varios Estados europeos, quieren presentar de inmediato, a la Asamblea General, una resolución para excluir a Moscú del Consejo de Derechos Humanos.
