Un mes y una semana después de la entrada de las tropas rusas en Ucrania, aún seguimos conmocionados por el horror, por la destrucción, por la muerte, por los millones de personas que se han visto obligadas a huir de tanta sinrazón... Nuestra mirada está tan pendiente de lo que sucede en el este de Europa –en gran medida, porque nos afecta directamente– que nos hemos olvidado de tragedias no menores que suceden en otros lares y que también merecerían nuestra atención y solidaridad. Una de ellas sucede en Etiopía, donde desde hace casi un año y medio tiene lugar un sangriento conflicto civil entre el Ejército y la provincia rebelde de Tigray en el que, según un informe de la ONU, los bandos involucrados han cometido graves violaciones de derechos humanos: asesinatos, violaciones en grupo, detenciones por motivos étnicos, torturas, desplazamiento forzado... La situación de la población civil cada vez es más desesperada. Aunque no hay datos oficiales, las estimaciones hablan de que hasta el momento han muerto aproximadamente medio millón de personas. Entre 50.000 y 100.000 lo habrían hecho por los combates; entre 150.000 y 200.000, por el hambre, y unos 100.000, por la falta de atención médica. Sí, la situación es trágica, pero no solo no vamos a rescatar a los refugiados que huyen de aquella guerra, sino que además les cerramos las puertas y les golpeamos cuando llegan a Europa. ¿Será que ellos, a diferencia de los ucranianos, no son como nosotros?
Una guerra olvidada
01 abril 2022 07:10 |
Actualizado a 01 abril 2022 07:31
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