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Un ‘Laporta’ en la plaza Imperial Tarraco

18 febrero 2023 18:20 | Actualizado a 19 febrero 2023 07:00
Dánel Arzamendi
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Allá por diciembre de 2010, el entonces precandidato a la presidencia del Fútbol Club Barcelona y hoy máximo dirigente de la entidad culé, Joan Laporta, colgó un inmenso cartel en las inmediaciones del estadio Santiago Bernabéu que pasó a la historia.

«Ganas de volver a veros», rezaba aquella descomunal lona de mil metros cuadrados, que pendía de un gran edificio del Paseo de la Habana, y que generó una insoportable urticaria futbolística entre los muchos madridistas que cada día pasaban por aquel lugar. A nadie se le escapaba que aquella provocación sólo buscaba, en clave electoral, ganar la simpatía de los aficionados cuya identidad barcelonista se hallaba indisolublemente unida a un antimadridismo militante.

Pero la cosa no quedó ahí. El 23 de julio del año pasado, con motivo del Clásico veraniego que ambos clubes disputaron en el estado norteamericano de Nevada, Laporta volvió a diseñar otro faraónico montaje en la ciudad del pecado, en este caso en una pantalla de vídeo gigante, con el siguiente lema: «Tranquilos, merengues.

Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas». A la vista de que los culés más básicos aplaudían con las orejas este tipo de campañas, parece que el presidente culé terminó cogiéndole el gusto a esta forma de meter el dedo en el ojo al eterno rival, y volvió a hacerlo de nuevo en el hogar del adversario.

En efecto, hace apenas dos meses, el FCB inauguró una nueva tienda oficial en la capital española, concretamente en el número 9 de la céntrica calle Arenal, a escasos metros del establecimiento equivalente del Real Madrid.

Aprovechando este acontecimiento, Laporta colgó una nueva lona de gran formato con la frase «Raúl es culer», mientras que en los escaparates del nuevo comercio podían verse otros dos letreros del mismo perfil: «Iker es culer» y «Guti es culer». Como niños.

A raíz de estas peculiares iniciativas, el hecho de instalar un cartel provocador en casa del sujeto provocado ha quedado coloquialmente bautizado como «hacer un Laporta». Y es exactamente eso lo que algunos desconcertados ciudadanos acaban de encontrarse en la estación de autobuses de Tarragona.

Al PSC de Reus no se la ha ocurrido una mejor idea para captar la atención de sus votantes potenciales, que colgar un gran anuncio en la estación de buses de TGN

Efectivamente, al PSC de Reus no se la ha ocurrido una mejor idea para captar la atención de sus votantes potenciales, de cara a las elecciones locales del próximo mes de mayo, que colgar un gran anuncio en la estación de autobuses de Tarragona, con el siguiente lema: «Recuperem la capitalitat, recuperem l’orgull de Reus».

La candidata socialista a la alcaldía de esta ciudad, Sandra Guaita, no dudó en posar orgullosa ante al polémico cartel, instalado en pleno centro tarraconense: «Reus ha estat sempre un exemple de ciutat feta a si mateixa, i amb el compromís de tots els reusencs i reusenques, dels empresaris, la universitat, els instituts de recerca i l’administració, hem aconseguit ser referents en molts àmbits. Sempre hem estat capital comercial, cultural, sanitària i científica».

Aunque la promotora de esta polémica campaña ha intentado matizar su mensaje, apelando a un modelo de multicapitalidad sectorial, parece obvio que esta acción buscaba meter el dedo en el ojo de la ciudadanía tarraconense, al más puro estilo laportista, recalentando una vieja rivalidad frecuentemente convertida en enfermiza obsesión, que ha propiciado gran parte de los males estructurales que aquejan al sur de Catalunya.

¿Qué sentido tenía, si no, colgar este cartel en pleno centro de Tarragona? ¿Acaso el PSC de Reus pensaba captar muchos votos en la plaza Imperial Tarraco? Con el aprecio personal que le tengo a la candidata reusense, cuando uno sacude una bofetada evidentemente a sabiendas, no es de recibo venir después diciendo que ha sido fruto de un espasmo muscular. Si se arrea, se arrea. Y se defiende luego la decisión de haberlo hecho, asumiendo las eventuales críticas que puedan derivarse.

El letrero de marras ha provocado diversas reacciones en Tarragona, aunque el desprecio vence a la indignación, por lo que he podido sondear: algunos lo consideran una cutrez política que provoca auténtica vergüenza ajena, otros una iniciativa desesperada de los socialistas reusenses que ya no saben qué hacer para recuperar la alcaldía, otros una frivolidad que demuestra lo bajo que está cayendo últimamente el debate público, otros la evidencia de que algunos políticos son incapaces de entender el momento histórico que vivimos, otros la constatación de que mayoritariamente seguimos siendo más de pueblo que las amapolas...

El letrero ha provocado diversas reacciones en Tarragona, aunque el desprecio vence a la indignación: algunos lo consideran una cutrez política que provoca auténtica vergüenza ajena

Me consta que quienes sí están realmente sulfurados son algunos dirigentes del PSC tarraconense, porque además de lo anterior, entienden que esta acción constituye una grave deslealtad hacia sus presuntos compañeros de partido, en plena época preelectoral.

En cualquier caso, en mi opinión, lo realmente grave de este episodio no es el propio cartel (que considero obviamente desafortunado, tirando a lamentable) sino el motivo por el que sus autores han decidido instalarlo: porque probablemente funciona.

Ningún equipo de comunicación de un partido se gastaría el dinero que costará este anuncio si no tuvieran meridianamente claro que les dará votos. Por lo visto, todavía hay muchas personas en Reus que sienten un subidón cuando Tarragona recibe un sopapo, y viceversa. Y resulta tan triste como preocupante que, a estas alturas, persista esta mentalidad en cierto sector de la población del sur de Catalunya, que todavía construye identidades de campanario en vez de pensar en clave de área metropolitana.

Parecen incapaces de comprender los nefastos efectos históricos de esta actitud, y la cantidad de oportunidades que hemos perdido conjuntamente por culpa de estos piques de patio de primaria. Espero sinceramente que a los promotores de esta campaña les salga el tiro por la culata en términos demoscópicos. Podría ser un síntoma de que todavía tenemos solución.

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