Un día, un compañero periodista me soltó, pragmático, que «lo que no son cuentas son cuentos». Los santos no tienen tanta razón. Los catalanes hablamos de las «faves comptades» es decir de los valores absolutos de las cifras. Sabedores de que las cifras no engañan, están los trileros, expertos en manipular cifras y números. Y los hay que se dejan engañar creyendo que lo que no son cuentas nada tienen de cuentos.
El año 2012, Rajoy creó el FLA para evitar que las comunidades autónomas se endeudaran emitiendo Deuda Pública. Para ello, del volumen total de financiación que el Estado destinaba a las 17 autonomías, restó un porcentaje, o lo apartó, constituyendo ese fondo. «No hay problema –dijo el PP- porque este dinero es de las autonomías y está para auxiliar a quien lo necesite». Lo administraría el Gobierno central. Es decir, que ese Gobierno no entregaba todo lo que correspondía a los gobiernos autónomos, guardándose una parte. Si alguien necesitaba algo, se echaría mano de ese fondo. La trágala consistía en que aquella entrega se haría a título de préstamo y, más aún, cobrando intereses. Desfachatez y negocio del Gobierno con un dinero que no era suyo. Los trileros no mejoran este sistema de hacer ver que te dan algo que en realidad es tuyo y encima te cobran por el ‘favor’ que te hacen.
Ahora, el Gobierno central, haciendo ver que es generoso, anuncia que perdonará parte de ese falso préstamo. Miles de millones de euros que no son suyos. Pero ya ha saltado el PP picando el anzuelo y en lugar de afear la falsa generosidad gubernamental, se niega a que se perdone la no menos falsa deuda. La razón es que esa idea es catalana y que si se lleva adelante es para beneficiar a los catalanes. Da igual que los andaluces sean los más beneficiados por esta medida, porque si es catalana, no les interesa. No se puede explicar esta actitud fuera de nuestras fronteras porque aparte de no entenderlo, hará crecer la imagen de torpes que tiene la mayoría de los políticos ibéricos. Es costumbre del torpe sospechar siempre que quien le ayuda en realidad le está engañando; no sabe de qué pero le engaña. Y prefieren miseria para todos que pan horneado por un enemigo.
Sin embargo, la estupidez de algunos es solo momentánea. Pronto, por lo bajini, aceptarán la quita que no es tal, pues era un dinero que les correspondía y que había sido apartado injustamente antes de ‘prestárselo’. Convendrá justificar el cambio de actitud, pero para eso está la habilidad política basada en negar las evidencias. Y en medio de este juego de palabras y dinero, está el prestidigitador Pedro Sánchez que se viste de generoso perdonador de una situación vergonzosa.
En estos juegos de palabrería andamos, sin apercibirnos o escamoteando que no ha habido un ejercicio de cuentas claras sino de manipulaciones en forma de cuentos y anzuelos en los que la oposición ha picado por un puñado de euros y una animadversión que no cesa contra Catalunya, ese país incomprendido porque no se le quiere comprender, no vaya a ser que tiene razón