El Toubab, alter ego del músico reusense■ Jaume Blanc, acabó impactado de su concierto en el penal de Ancón II, una de las cárceles más inhumanas de Perú. «Me quedé sin energía, vacío. La situación en la que viven es tan precaria que lo mínimo que uno puede hacer por ellos es hacerles pasar un buen rato y hacerles olvidar por unos instantes el infierno en el que habitan». Allí, en 2017, ofreció uno de los recitales más especiales de su movida carrera. El Toubab es un trotamundos: ha viajado por toda Latinoamérica con su guitarra y una mochila, ha tocado en los metros de Berlín y Montreal para ganarse unas monedas y se ha enamorado de África. «Con Senegal me une la manera de entender y vivir la vida, de comprender que la riqueza no reside en lo material sino en lo humano», dice.
Su vínculo emocional con ese país le ha llevado a impulsar en Reus una asociación, La Veu entre Cultures, con la que lleva libros y material escolar a más de un centenar de niños de una escuela y pañales y leche materna para una treintena de bebés de la región de Kaolack. La solidaridad no entiende de fronteras.