El emperador romano Marco Aurelio Flavio (213-270), elevado al trono como Claudio II, conocido como «el gótico», prohibió a sus soldados el matrimonio en el año 270; consideraba que los hombres casados eran malos guerreros y servían mal a las necesidades del Imperio. San Valentín, obispo de Interamna (actual Tarni, en Italia) se opuso, invitando a las parejas de jóvenes enamorados a acudir a él para unirlos en secreto en el sacramento del matrimonio.
Enterado el emperador de estas prácticas contrarias a su decreto, le hizo llamar y trató de convencerle de su tesis, exigiéndole el cumplimiento de su mandato, bajo pena de ser ejecutado. Valentín se negó a abjurar de sus convicciones e, incluso, trató de convertirlo a él al cristianismo. Ante las dudas del emperador, el ejército y el gobernador Calpurnio insistieron en la muerte de Valentín. El 14 de febrero del año 270 Valentín fue apaleado, lapidado y finalmente decapitado. Doscientos años después, el papa Gelasio instituyó la festividad de San Valentín, considerándole santo patrón de los enamorados. Su reliquia llegó a España a finales del siglo XVIII, regalo del Sumo Pontífice al rey Carlos IV, que la cedió a los escolapios de la iglesia de San Anton de la calle Hortaleza, donde fue custodiada y ocultada a los fieles hasta el año 1984.
Francisco Ortiz de Pinedo Mendiluce
(Tarragona)