Que nadie le dé más vueltas al azar, que también es redondo como el balón. El equipo que lo gane todo, o casi todo, será el que haya invertido más dinero, a condición de lo hayan empleado bien sus administradores. Casi 1.000 millones de euros en fichajes lleva dedicados la Premier, que acaba de arrancar. Alrededor de 400 se los han gastado los dirigentes en tener contentos a los dos grandes equipos de Manchester y sobre todo a sus dos grandes entrenadores, Mourinho y Guardiola. Ambos quieren asaltar el cielo y no se conforman con tocarlo con las manos, por eso han roto el mercado, que ya estaba lleno de agujeros. El francés Paul Pogba ha sido el fichaje más caro de la historia: cerca de 120 millones de euros (más incentivos) pagados a la Juventus por el galo, que tiene 23 años, cuatro menos que Di Stefano cuando llegó al Madrid. Eran otros tiempos, claro. Los de ahora transcurren a mayor velocidad y los defensas se cotizan igual que los goleadores. La política de fichajes no es menos complicada que la otra, pero los partidos políticos tienen menos dinero que el que manejan los partidos de fútbol. Por eso se conforman con reunir fuerzas, a ver si entre varios son algo y por lo menos les llega a sus dispersos partidarios.
Albert Rivera, que quizá merezca alguna medalla de la comprensión, cree haber descifrado el deseo de los españoles, incluidos los indeseables. En su opinión, no queríamos que el cambio llegara al Gobierno, pero sí que llegase al Congreso. Suponerle esa sutileza al pueblo, concepto que incluye a las minorías egregias, a la plebe, a la masa y a la turba, quizá sea algo optimista, como nuestros pronósticos anteriores a la Olimpiada. Los que lo tienen claro son los quinielistas: ganan los equipos que tienen más dinero, excepto cuando se enfrentan entre ellos. El dinero tiene principios tan inalterables que no le afecta el final de la Liga, que empezará pronto. La ganará uno de los dos que hayan gastado más.
