Leonor de Todos los Santos de Borbón y Ortiz, princesa de Asturias, ¿se habrá tragado al completo los funerales de Isabel de Inglaterra? ¿Habrá aguantado estoicamente semejante pedazo de honras fúnebres pensando por dentro: a mí no me pillarán de ese modo? Cumplirá en octubre 17 años y a estas alturas se aguanta lo que se aguanta por muy dorado que se le haya pintado el futuro. Estos días habrá podido intuir lo que se le puede venir encima como primera en la línea de sucesión al trono.
El casi eterno ceremonial por la muerte de la reina británica le habrá enseñado lo que significa reinar y lo que implica el recambio. ¿Cómo lo habrá vivido? Es de suponer que seguiría las atosigantes y agotadoras imágenes en la pequeña pantalla; los dimes y diretes familiares del día de autos; el inicio de los actos de despedida; los viajes del féretro real; los desmayos de la guardia; la pesadumbre del pueblo...
Seguro que contemplaría cómo los ingleses dejaban sándwiches de mermelada y ositos Paddington en las verjas de palacio junto a los ramos de flores y puede que le haya dicho a su hermana Sofía que espera que, en su caso, nunca le dejen bocadillos de tortilla como homenaje postrero. Los británicos valoran su monarquía sean como sean sus reyes y su familia. Una familia de armas tomar, con desavenencias y vetos a los que no fue ajena la soberana, que comenzó oponiéndose a la relación de su hijo mayor con Camilla Parker y acabó concediéndole el título de reina consorte, Lady Di mediante y con otros asuntos tenebrosos. Claro que en la Casa Real española también Leonor ha sido testigo de la comprometida situación de su abuelo Juan Carlos.
Sin duda la princesa de Asturias ha aprendido mucho de la vida que le espera. Y seguro que ha apreciado a su padre, el rey Felipe VI, frente a los gestos malhumorados y algo zafios de Carlos III que el planeta ha visto. Imagino que la princesa habrá cogido con alivio el avión con destino a Gales, para iniciar el segundo curso de Bachillerato Internacional en el UWC Atlantic College, aunque allí seguirán recordando a Isabel II. Pero como dicen los profesores Marcelino Benítez de Soto y Alejandro Vian en un artículo, «Leonor merece vivir su vida, cualquier decisión debe ser suya... Todo el abanico de oportunidades las tiene a su alcance... No tiene que responder a ningún designio, incluso puede ser reina de España, pero debe ser su elección informada». Yo también estoy a favor.