Llega septiembre y los estudiantes universitarios empiezan curso. Hay ganas de asistir a las clases presencialmente como antes y no hacer la carrera desde casa conectado y sin el ambiente y relación en las aulas. ¡Cuántas parejas se han conocido y hecho en el bar de la Facultad!
Encontrar alquiler para compartir entre estudiantes es una ardua tarea en un contexto de alza de precios en general y de los alquileres, como resultado de la reducción de la oferta y a la vez de una fuerte demanda.
Tarragona y Reus son ciudades con facultades universitarias pero pequeñas en comparación con las grandes y famosas Salamanca, Santiago y Granada, donde existe una enorme bolsa inmobiliaria de miles de pisos para alumnos. La mayoría de estudiantes de la URV son de la provincia u otras cercanas y a veces la época de estudios universitarios supone para estos jóvenes la primera forma de emancipación.
Son un nicho pequeño en el mercado de alquiler. Siempre han existido pero su forma y modo de alquiler ha cambiado. Como hay propietarios que no quieren ver a los estudiantes ni en pintura, hay otros y agencias especializados en este sector de pisos para estudiantes y tienen los pisos destinados y equipados para esa finalidad en sus condiciones y mobilario.
Antes hasta la casera vivía cerca y venía a dar una ojeada a ver cómo estaba el piso, no sea que se lo hubieran destrozado. En algunos casos hasta hacía la comida, precio aparte. Ahora los jóvenes, como hay bibliotecas y tecnologías para estudiar, alquilan como experiencia vital y de necesidad de emancipación.
Queda algún anuncio en los tablones, «falta noia per compartir pis, no fumadora», pero los jóvenes buscan con su smartphone y en los portales inmobilarios que tienen su apartado específico.
También ha crecido mucho la inversión sobre todo de grandes grupos inmobiliarios en modernas y confortables residencias de estudiantes con habitaciones a modo de un mini apartamento, individual o compartido. Prestan todos los servicios adicionales con salas de estudio, lavandería, salas de ocio, gimnasio o wifi, que se están haciendo con una gran parte del sector residencial de los estudiantes, habiendo casi desaparecido el antiguo concepto y sistema tradicional de colegios mayores universitarios vinculados con la comunidad y espíritu universitario del gaudeamus igitur.
Las posibilidades de encontrar piso se han complicado. Muchos propietarios, ante la fuerte demanda de pisos de alquiler, han redirigido sus pisos hacia alquiler residencial estable que ofrece unas rentas fijas todo el año o varios años y sin cambios de inquilinos cada curso o incluso algunos hacia el sector de pisos turísticos como sucede en Tarragona ciudad.
Los estudiantes, como en El Lazarillo de Tormes, no tienen mucho dinero ni ingresos y se las tienen que ingeniar para pagar el alquiler de un piso compartido con la ayuda y el aval de los padres.
Todos tenemos en esos pisos nuestras historias de estudiantes. En alguna, como en el cine, la realidad supera a la ficción. Recordemos películas como El Club de los poetas muertos o La red social, que explica la vida universitaria de Mark Zuckerberg.