Pirineo sin glaciares

19 mayo 2017 20:43 | Actualizado a 22 mayo 2017 07:46
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Cualquier montañero lo sabe. El Pirineo no es el que era, se nos derrite como un sorbete en verano. Los glaciares que albergaba hace no ya setenta años, sino veinte, han desaparecido. Para conseguir que se deshaga uno de esos glaciares no basta con que haya habido unos cuantos años especialmente calurosos, como ha sido sin duda 2015. El incremento de temperaturas ha tenido que ser sostenido y prolongado en el tiempo.

El Observatori Pirinenc del Canvi Climàtic, un organismo en el que intervienen también Francia, España y Andorra, tiene documentado que de las 1.800 hectáreas de glaciares que había en los Pirineos a finales del s. XIX, quedan hoy apenas 200.

Estremece ojear el último informe del Programa Erhin del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y ver que de los 34 glaciares contabilizados en 1982 solo persisten 18. De estos, únicamente la mitad como tales, pues nueve han pasado a ser denominados heleros debido a la pérdida de masa que han experimentado. Del resto solo queda como noticia esta palabra: extinto.

Lo ha confirmado recientemente Salvador Samitier, director de la Oficina Catalana del Canvi Climàtic, que ha certificado que Catalunya se ha quedado sin los elementos distintivos de la alta montaña que son los glaciares. Los escenarios que inspiraron a Jacint Verdaguer Canigó, el gran poema nacional de Catalunya, ya no existen como él los cantó. Pero la mayor pérdida, además de la patrimonial y simbólica, es sin duda otra más vital e inmediata: si las cabeceras de los ríos se extinguen, ¿de dónde saldrá el agua?

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