Cayetana Álvarez de Toledo, la portavoz del PP en el congreso afea al Gobierno la desaparición y el anonimato de los muertos por Covid que no están contabilizados. 43.000 muertos afirma la marquesa por 25.000 que contabiliza el gobierno –según datos de las autonomías, también las del PP-.
Cayetana nos remarca que las víctimas deben ser reconocidas, que no pueden ser anónimas y que es un tema de humanidad. Exactamente igual, igualito, pero igualito que los cerca de 130.000 desparecidos en las cunetas fusilados o asesinados por Franco (no se compliquen en contrastar el número; en artículo de ABC de 11/11/2019 firmado por César Cervera aceptaban como posible, entre otras, la cifra de 140.000 entre desaparecidos en la guerra y por la represión franquista... Imaginen la realidad si ABC no lo descarta). A los de las cunetas parece que ni agua. Claro. Que poco rédito político da la represión franquista.
Ya ven, no hay que dignificar a todos los españoles, sólo aquellos que alzar el grito al amparo de una pretendida persecución de su dignificación, permite conseguir el verdadero propósito; desgastar al Gobierno. La miseria del PP utilizando los muertos (lo de Vox no merece ni comentarse) es repugnante. Y el PP se encuentra en estos lodos en su salsa.
Son tan conscientes del uso político de la muerte que Aznar en el 11-M intentó mentir y hacer mentir a los periodistas sobre la autoría de los atentados porque sabía que le iba la presidencia, y sabía que los muertos, depende del color, el peso y la causa son una arma porque sus escrúpulos así lo conciben. Algunos son capaces de cualquier cosa, inclusive mercadear con la muerte y el dolor por una poltrona, en una muestra más de que la miseria moral de algunos políticos no tiene límites por abajo, aunque por arriba muchos, que son los de su incompetencia.
La muerte la ha utilizado la derecha siempre como precursora de más muerte, la muerte de Calvo Sotelo fue la espita de gas que encendió la guerra civil. Tejero escudaba su comportamiento en las muertes etarras, entre otras causas. 96 muertos en 1980. Sobre la dialéctica terrorismo-golpismo ver Alejandro Muñoz Alonso, Golpismo y terrorismo en la transición española, en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, número 36. Hay muertes que en cambio, no interesan.
Los del Tarajal, huyendo de la pobreza y de la miseria fueron recibidos a pelotazos por la Guardia Civil. Estos últimos muertos, no interesan. Incluso muertos, hay clases y clases. Miren, los muertos del Covid son de sus familiares. Y los lloramos todos. Todos. Porque se fueron solos, porque sufrieron. Y porque mañana podemos ser nosotros. Y precisamente por eso, porque el fascismo mataba hace 80 años, y mata aun hoy, todos los muertos deben ser honrados, y la mejor manera de hacerlo es no utilizarlos.
Y, como siempre, y no es porqué me sienta acomplejado (yo no había nacido aclaro). En la retaguardia republicana también hubo desparecidos tan dignos de ser honrados como cualquier otro desaparecido, blanco, negro, republicano o nacional.
David Rocamora. Abogado