La autopsia en los tiempos de la Covid-19

Cuando todo este estrés asis-tencial, político, económico o como quieran llamarlo se normalice, será el momento para poner las bases y las alturas de cara a construir los planteamientos para disponer del óptimo desarrollo de la medicina que necesitamos
 

19 abril 2021 09:40 | Actualizado a 19 abril 2021 10:03
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He de reconocer que me encantan los escritos de Gabriel García Márquez. Soy un entusiasta lector de sus libros y cuando puedo los vuelvo a releer, siempre hay nuevos matices que aparecen o bien me hacen repensar. Me viene bien hablar de un bonito relato que muchos de los lectores de esta tribuna habrán leído y disfrutado de su lectura, se trata de El amor en tiempos del cólera. A colación de la pandemia que estamos sufriendo desde hace más de un año y con el título del libro mencionado, les propuse a mis alumnos la realización de un corto trabajo para profundizar un poco en los conocimientos de la enfermedad. La propuesta que les sugerí fue «la autopsia en tiempos de la Covid-19». Un tema controvertido que al principio de esta pandemia dio un tanto que hablar. No hace falta comentar que el tema fue aceptado de forma gratificante por alumnos y profesores.

Quiero matizar que la autopsia, en términos médicos, es el gold standar (patrón de oro) o sea un acto médico diagnóstico que tiene la máxima fiabilidad para conocer y diagnosticar una determinada enfermedad. Hay dos tipos bien matizados, la autopsia clínica que realizamos los patólogos y se practica a los muertos en el marco hospitalario y las autopsias legales realizadas por los forenses y que tienen un matiz judicial. El procedimiento es muy similar y en ocasiones colaboran forenses y patólogos o bien patólogos y forenses para concluir la causa o las causas de muerte de un ser humano.

Para el patólogo en el ámbito asistencial, el material sobre el que debe realizar su trabajo, léase el diagnostico de las patologías, son las citologías, las biopsias y las autopsias. Viene a ser cómo un juez que en base a sus conocimientos y su experiencia profesional va a emitir un diagnostico (veredicto) que o bien va a tranquilizar al paciente o bien lo pone en un camino incierto de acciones terapéuticas que le van a cambiar la vida. En cuanto a la Covid-19 no voy a exponer lo que han escrito mis alumnos/as, sería faltar al secreto profesional. Sí puedo exponer lo que ha salido en la prensa y en los medios de comunicación, que no se han realizado apenas autopsias y ello fundamentalmente por: el clima de alarma social y limitación de material (EPI’s); el riesgo de propagación del virus; la ausencia de salas de autopsias con niveles de Seguridad BLS-34 o similar (solamente existían 5 en toda España y dos se usaban como depósito de cadáveres); y lo más grave que el Ministerio y la Sociedad Española de Anatomía Patológica recomendaron no hacerlas.

Debemos exigir que nuestros hospitales, centros de primaria o centros básicos tengan los requisitos para realizar un trabajo en condiciones

Ante los miles de muertos y el desconocimiento científico de la enfermedad, se optó por la más sencillo y se dejó pasar una oportunidad de oro. Tengo que comentar que esto ocurrió en casi todos los países y se han realizado muy pocas, salvo honrosas excepciones. De llegarse a realizar seguramente se podría haber atajado antes la pandemia y en la actualidad disponer de algunos fármacos terapéuticos, más efectivos que las vacunas que son preventivas, pero... las cosas han ido como todos conocemos.

Antaño, en los años ochenta, sufrimos otra pandemia, el sida. Los patólogos jóvenes asumimos la responsabilidad y la necesidad de realizar autopsias. Era un momento oportuno para conocer mejor una enfermedad inesperada y desconocida. Había patólogos veteranos que preconizaban la realización de biopsias múltiples, como ahora con la autopsia mínimamente invasiva (MIA), pero conscientes del peligro, asumimos la práctica de las autopsias completas y con las medidas necesarias nos pusimos a hacerlas, consiguiendo con ello un conocimiento más preciso de la enfermedad y de sus complicaciones. ¿Fuimos temerarios o fuimos profesionales? Creo que si otras especialidades médicas, los de urgencias, los de las UCI, los cirujanos, etc. asumieron la posibilidad de riesgo de infección, otros también lo debíamos asumir.

Decir que teníamos la mejor sanidad del mundo se testa cuando hay problemas y necesidades. Hemos visto y nadie lo pone en duda, que disponemos de los mejores profesionales, pero no de las planificaciones y de los medios. Cada especialidad conoce y sabe cómo se debe trabajar en condiciones estándares y más en condiciones excepcionales como las de este momento. Debemos exigir que nuestros hospitales, centros de primaria o centros básicos tengan los requisitos para realizar un trabajo en condiciones. Cuando todo este estrés asistencial, político, económico o cómo quieran llamarlo se normalice, será el momento para poner las bases y las alturas de cara a construir los planteamientos necesarios para disponer del óptimo desarrollo de la medicina que necesitamos.

Si no sirve de nada toda esta maldita pandemia y no nos enseña nada, estamos bien servidos. Me viene al recuerdo otra gran obra de García Márquez, es un relato escrito justo hace sesenta años cuando se encontraba trabajando en París. Es un relato corto pero intenso. Un relato lleno de miserias, gallos, desesperanzas, y esperanzas que no llegan. Seguro que ya lo han descubierto, se trata de El coronel no tiene quien le escriba que al final del libro la mujer le pregunta ¿y qué comeremos?, a lo que el coronel le responde ¡Mierda!

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