He leído la nota de prensa de Mónica Pérez acerca de la formación del nuevo gobierno de Reus, en la que detalla los pormenores de dedicación de cada uno de los ediles, de la alcaldesa, etc., así como aspectos referidos a la remuneración y retribuciones de los concejales, y demás detalles relacionados con la distribución de puestos en el ayuntamiento.
Enhorabuena a todos y los mejores deseos en esta etapa que se presenta para la comunidad reusense y para los desafíos que la ciudad antepone a la nueva promoción política de la capital del Baix Camp.
Es curioso que leyendo la citada nota casi de forma automática me haya acordado de una de las novelas más conocidas de Balzac, Las Ilusiones Perdidas, al pensar en todas aquellas personas que a lo largo de la campaña electoral han apoyado desde dentro a los partidos políticos que han concurrido en las pasadas elecciones municipales y que, por imperativo de las urnas democráticas, han quedado fuera de las listas o han sido descartadas como posibles asesores de áreas específicas por los ganadores y menos ganadores a la hora de designar escaños o puestos de confianza.
Como el lector de este escrito recordará, la obra maestra de Balzac que he señalado cuenta la historia de un joven de provincias con ambiciones artísticas –aspirante a escritor– que sueña con triunfar en París.
La odisea de Lucien de Rubempré desde la inocencia de su Angulema natal hasta el fango del fracaso constituye uno de los periplos narrativos más audaces, embelesadores e imponentes de la narrativa del siglo XIX. Una crónica de la comedia humana que me atrevo a decir se ha consolidado con el tiempo y que, en el caso que nos ocupa aquí, en pleno siglo XXI, se replica a través del olvido por parte de los que triunfan respecto de aquellos que sirvieron de fundamento o cimiento de la carrera hacia el asiento municipal.
Mi intención aquí es rendir un homenaje a todos aquellos jóvenes noveles en política que por primera vez pueden haber accedido al mundo complejo del quehacer de la democracia pero que, por quedar a regañadientes exonerados de la responsabilidad que supone la dedicación a la cosa pública por mor de la voluntad de los electores, ahora no tendrán acceso a los estipendios presupuestados para quienes habrán de hacer concreto lo prometido en los programas electorales.
Por eso considero digno de elogio y ejemplo que la alcaldesa Sandra Guaita haya reservado un espacio de su labor a la universidad que estoy seguro es sin duda su verdadero corpus profesional. Dedicación y vocación son dos conceptos que pueden ir juntos y separados.
Y para los jóvenes que han participado en las carreras respectivas en las pasadas elecciones municipales, pero que han quedado fuera de las listas de responsabilidades, el valor añadido de sus vocaciones fuera del ayuntamiento podrá ser igualmente apreciado por la ciudadanía. Ánimo pues a todos ellos.
Al menos podéis tener la seguridad de que hay quienes no os olvidan. Pero, atención y prudencia, tal como se lee en la novela de Balzac: «Hoy día, para triunfar, hay que relacionarse.
Todo es fruto del azar, como (se) puede ver. No hay nada más peligroso que tener inteligencia y quedarse solo en un rincón».
«Iré a cualquier parte, siempre que sea hacia adelante».