En física se entiende por masa crítica la cantidad mínima de una sustancia fisible necesaria para que pueda establecerse espontáneamente y mantenerse por sí misma una reacción en cadena. Desde el ámbito de la sociología se coge prestado este concepto para estudiar, dentro del campo de la teoría de la acción colectiva, la cantidad mínima de personas necesarias para que un hecho específico y concreto devenga un fenómeno social.
Sin ánimo de profundizar en el concepto, la teoría viene a decir que, para que un hecho pueda convertirse en un fenómeno social, debe haber unas primeras personas muy motivadas que sean las primeras en iniciar y arropar una acción para que, acto seguido, detrás haya personas que se vayan sumando progresivamente. Finalmente, cuando la acción colectiva triunfa y se convierte en un fenómeno imparable, pueden acabar sumándose incluso aquellas que en su momento se mostraban reaccionarias.
Todo lo acontecido tras la victoria mundialista de la selección española encaja perfectamente con la teorización anteriormente desarrollada. Conviene recordar que al principio no pocos medios relataron el beso robado del presidente de la federación a Hermoso como algo anecdótico, espontáneo e inocente. Finalmente, tras el éxito arrollador del movimiento feminista, hasta los representantes de la RFEF, que aplaudían a manos llenas y se levantaban de sus asientos al escuchar el delirante discurso del «falso feminismo», han acabado sumándose a la ola escribiendo comunicados y pidiendo dimisiones con no mucho tino y menos ahínco.
Si el #SeAcabó se ha convertido en el #MeToo español es gracias a esas primeras personas, algunas anónimas y otras no tanto, que arrojaron las primeras voces y acciones cuando la inmensa mayoría de la gente estábamos a otra cosa. Son esas personas que no protestan para ganar sino que saben que el objetivo de la protesta es la propia protesta. Que saben que el sentido de las huelgas y las manifestaciones no es ganarlas, sino mantener la lucha en pie. Son aquellas que saben que el camino es tan importante como la meta y que el éxito suele ser una excepción.
Afortunadamente, de vez en cuando, también se gana.