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Viejas glorias

21 marzo 2023 19:30 | Actualizado a 22 marzo 2023 07:00
Rosa Palo
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El mundo se divide entre los que siguen el calendario y los que no: yo, con un jersey de cuello alto porque aún es invierno; la chica del autobús, con un vestido de tirantes porque hace un calor torrefactante. La primavera ha venido y todos saben cómo ha sido, hasta los negacionistas del cambio climático. Y, esta vez, ha llegado sin que El Corte Inglés haya tenido que anunciarla; han bastado unas temperaturas altísimas y una moción de censura presentada por un grupo que, encabezado por Ramón Tamames, quiere que vuelva a sonreír.

La primavera, digo. Prefiero el invierno nuclear. «Nunca más deberás tomar en serio las cosas que no dependen sólo de ti. Como el amor, la amistad y la gloria», escribía Cesare Pavese en su diario. No le falta razón, sobre todo en lo de la gloria. A las pruebas me remito: Wilder le devolvió el brillo a la Swanson, Tarantino a Travolta, los Javis a Pajares y los Daniels a Tapón.

Los viejos políticos, como los viejos rockeros, nunca mueren. Solo cambian de chaqueta

Lo que nadie esperaba es que Vox sacara a Tamames del ostracismo. Y lo ha hecho como quien saca la cubertería de plata del cajón para utilizarla en un día especial, y la limpia y le da pulimento. O coba, que es lo mismo. Los viejos políticos, como los viejos rockeros, nunca mueren. Solo cambian de chaqueta. O de color del tinte de pelo. «No sabes lo duro que es dejar de pisar alfombra», me dijo uno hace muchos años.

Me lo creo: no ha de ser fácil vivir con los restos de lo que has sido, pasar de la moqueta al barro, de la consideración al olvido. Tras el preestreno de El crepúsculo de los dioses, Barbara Stanwyck se arrodilló y le besó el dobladillo de la falda a Gloria Swanson. Eso es lo que quiere Tamames: que alguien le bese el dobladillo del pantalón.

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