La guerra de Ucrania cumple hoy 1.000 días, algo así como la Guerra Civil española que, si no he calculado mal, duró 986 días. Es una guerra de invasión que Rusia no puede perder. Tiene infinitos más aviones, misiles y drones, y menos escrúpulos, aparte de una dictadura que acude al reclutamiento forzoso de sus ciudadanos y a pagar entre 2.700 y 10.000 euros mensuales a miles de voluntarios rusos o de otros países, como norcoreanos.
La decisión de Biden de permitir a Zelenski el uso de misiles de largo alcance (unos 300 km) para atacar territorio ruso, es una ayuda, pero tiene fecha de caducidad el 20 de enero con Trump. Y Europa está sumida en una crisis que afecta sobre todo a Alemania, el país que más ha ayudado a Ucrania junto al Reino Unido.