Me ha divertido la entrevista de Àngel Juanpere al nuevo decano del Col·legi de l’Advocacia de Tarragona, David Rocamora, quien nació en Barcelona y trabajaba en Madrid cuando decidió establecer despacho en Tarragona.
Para darse a conocer envió 300 cartas y solo le contestó una. Durante seis meses se mantuvo con lo que cobraba los fines de semana como árbitro de fútbol. Los clientes y los empleos se consiguen despacio y con trato personal.
También hay gente con imaginación que tiene un golpe de suerte. Un joven que buscaba trabajo en Nueva York pidió a un quiosquero amigo que encartara su currículum en los ejemplares que vendía del The Wall Street Journal. Un empresario le contrató. Comentó: «Alguien capaz de hacer esto, merece un trabajo».