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Emily

16 noviembre 2024 22:31 | Actualizado a 17 noviembre 2024 07:00
Natàlia Rodríguez
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Dicen que hay que leer poesía cada día, pero no exageremos. Si no nos sale una en las redes sociales, tampoco perdemos la cabeza por Garcilaso de la Vega, Joan Maragall, Joan Margarit o Alejandra Pizernik. Deberíamos, pero no lo hacemos.

Ayer en la librería La Central de la calle Mallorca de Barcelona –lugar al que acudo en busca de reposo espiritual como quien va a yoga o a un concierto de Metal– me encontré con el libro de Dominique Fortier Las sombras blancas (Les ombres blanches, Editorial Grasset & Fasquelle, 2023). Explica cómo han llegado hasta nuestras manos los poemas de Emily Dickinson.

Emily decidió de un día para otro enclaustrarse en su habitación. Se pasó en ella los últimos años de su vida escribiendo cartas y poemas. Su decisión es un misterio. Ocurrió en una sola noche. Algo o alguien la encerró para siempre.

Murió joven, sin ver publicada su obra. Fueron su hermana y su cuñada las encargadas de darle luz. Su féretro fue llevado a hombros por los jardineros. Ya era famosa en la América del siglo XIX, pero con el paso del tiempo, Emily Dickinson ha ganado el peso de una voz universal.

No leemos poesía. Nuestros padres sí. No sé si me explico...

Se nos nota mucho ese vacío.

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