Hubo un tiempo no muy lejano en que nos creímos ricos. Las casas se vendían como churros y los bancos concedían créditos incluso por encima de lo solicitado y sin pedir demasiados avales. Entonces nadie reparaba nada; si algo –un zapato, un pantalón, un electrodoméstico...– se estropeaba, se tiraba y se compraba uno nuevo. Y claro, todo aquello era tan insostenible que acabó explotando. Pero parece que alguna lección aprendimos. Una muestra es esa Biblioteca de las Cosas que ha abierto en un barrio de Barcelona, donde en lugar de libros se alquilan objetos por un módico precio, en lo que es todo un ejemplo de economía circular impulsado por los vecinos, que llevan productos que no merece la pena tener en casa por el escaso uso que se les da y porque ocupan sitio en pisos que no andan sobrados de metros cuadrados. Y la idea funciona. De maravilla. Porque no siempre hay alguien que te pueda prestar un taladro cuando lo necesitas. Y esa herramienta, tan desaprovechada que se calcula que apenas se utiliza trece minutos a lo largo de toda su vida útil, es el objeto más demandado en este espacio, donde sus taladros acumulan horas y horas de funcionamiento. Y de eso se trata, de que en lugar de que haya doscientos de esos aparatos en otros tantos domicilios, uno solo pueda ser utilizado por doscientas familias. Un gran invento, esta Biblioteca de las Cosas, porque, además de su carácter sostenible, lleva en su ADN esa idea tan humanista de compartir. Me encanta.
Biblioteca de cosas
19 febrero 2023 18:49 |
Actualizado a 19 febrero 2023 18:51
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