Claramente, no es como suena. Ni la música ni la letra que nos quiere transmitir el Gobierno llega. No solo no es como suena, sino la sensación generalizada de fatiga por unas y otras cosas. Una desgracia tapa a la otra y así, los escándalos se diluyen. Torticera estrategia que, por grotesca que parezca, incluso, a veces, funciona. En cambio, cuando estás en la oposición: «si das cien y yerras una, como si no hubieras dado ninguna». Pues el error se magnifica y hay más altavoces dando la noticia.
Con todo, es importante que la música política lleve aparejada la partitura de la realidad. En este año electoral con un clima irrespirable en nuestras instituciones, vamos a ser receptores de una multitud de canciones de todos los estilos intentando convencernos y captar nuestro voto. Sin perjuicio de la decisión que tomemos y de la opción política por la que optemos, la música y la letra debemos analizarlas a priori. No por ser nuestra opción preferente su canción siempre es la mejor.
Los ciudadanos, en su mayoría formados e informados y fuera del sectarismo, nos merecemos que nos traten como adultos y mayores de edad. Existen múltiples estilos, todos ellos valorables y respetables, sin embargo, aquellos que perduran y consiguen el calificativo de «clásicos» siempre es por algo.
Se trata de vencer, por supuesto, como en cualquier contienda electoral. Pero también de convencer. Hay gente que, dependiendo del momento, escucha rock, pop o una balada. Las elecciones, en mayor o menor medida, dependen del momento y, en consecuencia, el artista que dé con la música y el estilo adecuado para este año se llevará el gato al agua. El mejor test o examen para calificar una música política es la exigencia.
se ajusten a la realidad del momento en que vivimos
Más aún si cabe cuando se trata de nuestra opción afín, pues la auto exigencia es la clave para una mejora continua. Debemos exigirles a nuestros artistas políticos (nótese la ironía) que tanto la música como la letra vayan acorde, sean veraces, convincentes, certeras y, especialmente, se ajusten a la realidad del momento en que vivimos, ciertamente complicado.
La música, sea de la opción que sea, atrevámonos a criticarla porque, claramente, no es como suena.