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Miedo al fracaso

20 septiembre 2023 19:22 | Actualizado a 21 septiembre 2023 14:00
Alberto Surio
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La posibilidad de una ley de amnistía ha reabierto las dudas sobre la viabilidad de la investidura de Pedro Sánchez, que, sin embargo, parece determinado a ir hasta el final con un acuerdo que implique a Junts.

Si alguna característica tiene Sánchez es la determinación a la hora de anunciar decisiones comprometidas, pero en esta ocasión el riesgo que implica ha abierto un serio debate en el PSOE. Porque el verdadero problema no es ya la investidura, sino que nos aboquemos a una legislatura imposible, marcada por los órdagos permanentes y la sombra de la inestabilidad.

La controversia ha revuelto las aguas en el PSOE por las exigencias planteadas por Puigdemont, un conflicto a largo plazo para el proyecto político de Sánchez y que sostienen que, sin una rebaja en el fondo y en la forma, el acuerdo es inviable. Un escenario, ciertamente, que puede colocar la alfombra roja para el regreso del PP al poder.

«Si Puigdemont juega a la humillación de la otra parte, esto no va a salir», confesaba un dirigente nacionalista vasco hace unos días. La estrategia de Puigdemont enredaba el guion que algunos habían comenzado a tejer después del 23 de julio, cuando los resultados de las elecciones ofrecieron un margen de maniobra alternativo al eje PP-Vox. Las reservas no se limitan a algunos históricos del PSOE que nunca han apoyado al presidente del Gobierno.

Si alguna característica tiene Sánchez es la determinación a la hora de anunciar decisiones comprometidas, pero en esta ocasión el riesgo que implica ha abierto un serio debate en el PSOE

No solo es la sensibilidad más tradicional la que se muestra perpleja. En esta ocasión, las dudas afectan a algunos fieles del presidente, que temen que determinado giro desfigure gravemente las señas de identidad del Partido Socialista y pueda tener un efecto en un sector de su electorado. Es el problema que tiene no ofrecer todavía un relato político consistente alternativo al mensaje de los nacionalistas catalanes.

En el PSOE existe el convencimiento de que la estrategia de Sánchez en Cataluña ha sido eficaz en los últimos años. Que la política de distensión, con los indultos en el centro de gravedad, ha funcionado, y que el independentismo se ha dividido y se ha debilitado.

Por eso, existe el temor a que unas excesivas concesiones a Puigdemont en este momento le dé un valioso oxígeno para regresar a la estrategia de desbordamiento de la legalidad del ‘procés’, sin un ápice de enmienda de sus propósitos. Si Puigdemont sigue anclado a la ruptura, el PSOE no tiene margen de maniobra. El dilema es serio. Y si hay que hacer transacciones para asegurar el reencuentro y la convivencia en Cataluña, que se sepa cuáles son. Porque el remedio puede ser peor que la enfermedad.

Existe el temor a que unas excesivas concesiones a Puigdemont le dé un valioso oxígeno para regresar a la estrategia de desbordamiento de la legalidad del ‘procés’

El PP es consciente de este territorio de vulnerabilidad por la dependencia de Sánchez de Junts. Aunque el ‘problema catalán’ también le interpela como partido de Estado. Recurrir a la movilización contra la ‘ley de amnistía’ es un ejercicio de afirmación para dar cobertura a Feijóo en vísperas de su fallida sesión de investidura.

Pero sitúa al PP en el territorio de la hipérbole en defensa de la nación y la Constitución. El discurso hiperventilado sigue atrincherado en la política española. Seguimos en campaña, pero jugamos con palabras mayores.

En este contexto, han emergido los temores en algunos partidos nacionalistas sobre las posibilidades reales de Sánchez, que, según apuntan en privado, podría estar dispuesto a una repetición electoral para rentabilizar en las urnas su estrategia de firmeza. Este miedo ha precipitado que empiecen a moverse para evitar precisamente el plan B. Nadie lo descarta pero casi todos lo temen. Porque las repeticiones electorales, y bien lo sabe Sánchez, las carga el diablo.

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