El encarecimiento de los recibos municipales que notarán los ciudadanos de Tarragona el próximo año solo es comparable con los incrementos que se registraron en lo peor de la crisis económica. El aumento global que se producirá con el aumento del 50% del IBI en los pisos vacíos, el 30% de la plusvalía, el 11,6% de la tasa de la basura y el 3% en el agua solo aguanta comparación con el año 2012, en medio de la segunda recesión que situó las arcas municipales al borde del colapso, llegándose a poner en tela de juicio iniciativas como
La primera gran subida de la época moderna fue en 2008, cuando en su primer año Josep Fèlix Ballesteros (PSC) subió un 10% la tasa de la basura, mientras que la mayor parte de las otras ordenanzas se «actualizaron» con un aumento medio del 2,5%.
Sin subidas desde 2014
Posteriormente, en 2009, 2010 y 2011 el gobierno municipal –entonces formado por PSC y ERC– congeló las tasas e impuestos, hasta que en el primer año del segundo mandato de Ballesteros –en medio de la segunda crisis económica de 2011 y 2012– se llevó a cabo la mayor subida de los últimos años, con un 19,5% en el IBI –un 10% obligado por el Estado para que los ayuntamientos ganaran músculo– y un 9.5% en la basura. Ese año, el Consistorio tuvo que acogerse al Plan de Ajuste para lograr un crédito de 20 millones de euros, que aún está pagando.
Al año siguiente, aún en plena recesión, el ejecutivo en solitario del PSC volvió a encarecer los dos principales tributos: un 7,8% la basura y un 3,7% el IBI; mientras que para 2014 se confirmó el último incremento realizado hasta la fecha, que supuso el encarecimiento del 7,6% de la tasa de la basura.
Desde entonces, durante todo el pasado mandato municipal no se tocaron las ordenanzas fiscales, ya que este era uno de los puntos estratégicos del pacto de gobierno que, en febrero de 2016, suscribieron PSC, PP y la ya extinta Unió Democràtica. Ahora, sin embargo, el primer año de Ricomà se cierra con la mayor subida impositiva de la última década. El nuevo gobierno empieza fuerte.