La subida de precios de los principales productos sigue golpeando con fuerza a las economías domésticas. Y es que ayer conocimos que la inflación subió una décima en enero, hasta el 5,8% en tasa anual, tras la retirada de la bonificación generalizada al precio de los carburantes, mientras que la subyacente escaló medio punto hasta el 7,5%, la cifra más elevada en 37 años. Según el dato adelantado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los carburantes llevaron a la tasa general del IPC a romper en enero con cinco meses de moderación, tras el pico del 10,8% alcanzado en julio.
También vincula el INE esta subida de la inflación al hecho de que este año las rebajas de enero han llegado con descuentos de los precios del vestido y el calzado menores a los del 2022. Claro que también hay que tener en cuenta que el pasado mes los precios de la electricidad estuvieron muy por debajo de los del año pasado. Y, en todo caso, se trata del primer dato de inflación desde la entrada en vigor de la rebaja del IVA a los alimentos básicos, lo que certifica lo que este Diari decía en un reportaje este pasado domingo, al hacerse eco de las voces ciudadanas que alertaban de que los bolsillos de los consumidores no han notado esta rebaja.
La subida del IPC en enero evidencia que son necesarias más medidas para ayudar a llegar a fin de mes a las familias
Más allá de las lecturas más o menos interesadas que gobierno y oposición puedan hacer de estos datos, lo que parece fuera de toda duda es que las economías familiares están sufriendo un severo golpe y que las medidas adoptadas hasta ahora por el Banco Central Europeo, consistentes en encarecer el precio del dinero y subir los tipos de interés para tratar de frenar la desbocada inflación no están funcionando. Posiblemente porque la causa de la subida de los precios no esté relacionada con un aumento del consumo. En todo caso, se antojan necesarias más medidas para que la inflación acabe de comerse todo el poder adquisitivo de las familias antes de que sea demasiado tarde.