Cinco ‘doritos’

La firma americana Frito-Lay se queda con cinco doritos por bolsa y así llena más bolsas para vender en el mundo de los comedores de aperitivos escasamente saludables. No sube el precio, pero quita producto
 

22 marzo 2022 06:10 | Actualizado a 22 marzo 2022 06:20
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¡Hola vecinos! Los ‘Doritos’ han adquirido carta de actualidad informativa. In absentia, eso sí -no confundir con ‘in absenta’, que es zambullirse en un licor espirituoso muy traicionero-. In absentia, digo, porque los que han adquirido carácter de actualidad son ‘Doritos’ que no están. ‘Doritos’ que nos birlan. ‘Doritos’ que faltan. ‘Doritos’ escamoteados. En concreto, cinco doritos por cada bolsa de ‘Doritos’. Esta hábil práctica comercial se conoce como shrinkflation (reduflación -reducir la inflación-, en castellano. En catalán no tengo ni idea, escusemuá, supongo que será reduflació). Se trata de disfrazar el aumento de precio de un producto rebajando la calidad, cantidad o las dos características a la vez, del mismo. Pero sin que se note mucho, porque el tamaño del packaging -la presentación- se mantiene inalterable. Hay más aire, más vacío, más hueco y, sin embargo, puede que nadie o casi nadie lo note. Se necesita ser muy puntilloso para contar los doritos que vienen en cada bolsa de ‘Doritos’. Y para concluir que hay cinco de menos.

La firma americana Frito-Lay, que es la que fabrica los ‘Doritos’, se queda con cinco doritos por bolsa y así llena más bolsas para vender en el mundo de los comedores de aperitivos escasamente saludables. No sube el precio, pero quita producto. ¿Es legal? Sí, es legal. Mientras que en el envoltorio se especifique el peso neto del contenido, no hay nada que objetar. Y se especifica. Pero, ¿quién cojona lee la letra pequeña de lo que come? Yo no, desde luego. Ni la letra pequeña, ni la mediana. Como mucho, la letra gorda. Esa que pone ‘Jack Daniel’s’, ‘Jamón Cinco Jotas Joselito’ o ‘Durex Natural XL’. El resto me la trae floja. Floja a la XL, me refiero. Hace unos días se me ocurrió echar un vistazo por encima a la letra pequeña de un sobre de chorizo finas lonchas a la pimienta marca ‘Hacendado’. Y ponía que estaba enriquecido con ‘proteínas de la leche’. Desconozco si se refería a la leche láctea, la de las vacas, o a ‘la leche’ como expresión de desmesura: ‘¡estas proteínas son la leche!’. En cualquier caso, ahí mismo se me atragantó el chorizo enriquecido con lo que sea de la leche. Chorizo, pimienta y leche no ligan, no combinan, no tienen ningún sentido juntos. Eso pasa por leer, siquiera sea de soslayo, una etiqueta. No lo volveré a hacer.

Los ‘Doritos’ no es lo único que ha menguado. Una marca de papel higiénico ha recortado la anchura de sus rollos. ¡Hay que ser diabólicos! El rollo es igual de gordo que antes, pero más estrecho. Por decirlo en plata: la extensión del papel de culo es menor, lo que puede dar pie a consecuencias molestas, insalubres y peligrosas. Hay pizzas que han encogido sospechosamente de diámetro. Algunas cajas de cereales para el desayuno que pesaban 550 gramos, de repente pesan 440 aunque la caja no presenta diferencia alguna de tamaño. La reduflacción de habas se ha dado en desodorantes, bebidas, helados -los Magnum ya no son tan magnums-, los Emanems, el Toblerone y, ya en 1987, American Airlines decidió eliminar ¡una aceituna! de las ensaladas que servían a los pasajeros de sus vuelos, consiguiendo un ahorro de 40.000 dólares en costes. ¿Qué significa eso? Pues que una aceituna es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para las aerolíneas del mundo mundial.

Recuerdo no salir de mi asombro cuando supe que muchas empresas fabricantes de electrodomésticos en diversas gamas de calidad, en realidad solo fabrican una: la de calidad más alta. Y a esa, a la más alta, luego le desconectan cosas y se comercializan como gamas inferiores. Pero no son inferiores. Simplemente han salido de la cadena de montaje con el tope de funciones y presentación y, más tarde, se empobrecen a tenor de la categoría de lujo o de low cost en la que se vayan a vender. Resulta que se considera más fácil y económico fabricar un único modelo con de todo y desenchufar opciones después, que producir varios modelos distintos para alcanzar el más amplio segmento posible de mercado. O sea, que tú crees que has adquirido un frigorífico de chichinabo para la caseta del campo, y resulta que lo que has comprado viene a ser como la nevera de Isabel Preysler, a poco que le empalmen unos pocos cables que, simplemente, fueron desempalmados en fábrica. Posees un No Frost Super Luxe Executive Gold Class Quetecag. Pero no lo sabes. Tú lo mercaste en Electrodomésticos Recio, el Frigo al Mejor Precio. Ni No Frost, ni panel de control digital, ni iluminación led en el interior, ni eficiente sistema de circulación de aire, ni molde para cubitos de hielo, ni iones de plata, ni función ECO. Enfría y punto pelota. Como el de la Preysler, aunque con mecanismos inutilizados y peor pinta.

Basta de timos. Que me devuelvan mis cinco doritos. Pero ya.

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