Cómo las finanzas conductuales pueden ayudarte a ahorrar

30 septiembre 2024 18:13 | Actualizado a 30 septiembre 2024 18:57
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Con la llegada de septiembre, muchos regresan de sus vacaciones enfrentándose a una dura realidad: los gastos del verano han dejado sus finanzas en números rojos. Este periodo postvacacional se convierte en un recordatorio de la necesidad de ahorrar en la medida que se pueda, una habilidad crucial que, lamentablemente, muchos aún no dominan.

A pesar de la importancia de gestionar adecuadamente nuestras finanzas personales, la educación sobre el ahorro y la planificación financiera sigue siendo insuficiente en nuestro país. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) la Tasa de Ahorro de los hogares españoles en el primer semestre de 2024 se sitúa en el 6,2% de su renta disponible bruta.

Un dato que, aunque muy superior al 3,7% del mismo periodo del año anterior, continúa siendo escaso, especialmente si tenemos en cuenta el elevado porcentaje de individuos que no dispone de un colchón de emergencia que les permita hacer frente a posibles imprevistos.

Esta falta de ‘cultura del ahorro’ unida al aún bajo nivel de educación financiera hacen que, tal y como se refleja en la VIII edición del Barómetro del Ahorro elaborado por el Observatorio Inverco, el 87% de los españoles canalicen su dinero a través de depósitos. Y es que tan importante es ser capaz de ahorrar como de rentabilizar correctamente ese ahorro, si no queremos perder dinero a largo plazo como consecuencia del efecto de la inflación.

Pero, ¿a qué se debe esta insuficiente y mala distribución del ahorro? Es algo que, al igual que lo hacen otras materias, tratan de estudiar las llamadas finanzas conductuales. Esta disciplina explora cómo los factores psicológicos y emocionales influyen en nuestras decisiones financieras.

Entre otras cuestiones, las finanzas conductuales señalan que las personas, a menudo, actúan de manera irracional con respecto al dinero, prefiriendo, por ejemplo, la seguridad de determinados productos, a pesar de sus bajos rendimientos, sobre otras opciones más rentables, pero percibidas como más arriesgadas, pero que definiendo correctamente los objetivos, el plazo de inversión y el grado de aversión al riesgo de cada persona, no tienen por qué serlo.

En este sentido, los profesionales cuentan con conocimientos y técnicas o trucos prácticos que pueden, en una primera instancia, ayudar a mejorar la capacidad de ahorro de sus clientes para, en un segundo paso, poder rentabilizarlo de manera efectiva.

Un ejemplo es la estrategia de «págate primero», que consiste en automatizar el ahorro, es decir, destinar una parte fija del ingreso mensual a otro producto financiero que te ofrezca una rentabilidad superior a la que te remunera tu cuenta corriente. De esta manera, el dinero destinado al ahorro se separa automáticamente antes de que surjan otros gastos, evitando la tentación de gastarlo.

Otra técnica es la del llamado ‘redondeo’, que se basa en que, por cada compra realizada, si la cantidad cuenta con céntimos, se redondee el importe hasta completar el euro, transfiriéndose pequeña parte a otra cuenta. Por ejemplo, si compramos un café que cuesta 1,70€, se trasferirán automáticamente 0,30€ a esa cuenta para su ahorro. Estos métodos ayudan a crear un hábito de ahorro constante y garantizan que una porción de los ingresos se destine al futuro financiero del individuo, sin importar las fluctuaciones en el presupuesto mensual.

Una vez generado el hábito del ahorro es importante rentabilizarlo y aquí la ayuda de un asesor financiero es inestimable. La labor de estos profesionales, además de ser crucial para educar y abordar excesivos gastos o conductas irracionales de los ahorradores, es clave para sacarle el máximo partido a ese dinero ahorrado.

En definitiva, gracias a su conocimiento y experiencia, estos expertos pueden identificar y corregir sesgos cognitivos y emocionales que afectan la toma de decisiones financieras. Mediante un análisis personalizado, los asesores y planificadores financieros proporcionan información objetiva y estrategias adaptadas a las necesidades y objetivos de cada cliente. Esto permite guiarles hacia decisiones más racionales y beneficiosas, maximizando su potencial de ahorro e inversión.

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