Así lo corrobora un informe que encargó el Ayuntamiento a finales del año pasado. Foto: Pere Ferré
Cerca de cuatro mil palomas se desplazan del centro de la ciudad al puerto, en una franja de tres horas. Foto: Pere Ferré
El Port de Tarragona también recibe la visita de las palomas de municipios de alrededor, como pueden ser Reus, Vila-seca o Salou. Foto: Pere Ferré
El Ayuntamiento de Tarragona se compromete a trabajar codo a codo con el puerto para solucionar el problema. Foto: Pere Ferré
La presencia de cavidades o agujeros en monumentos históricos de la ciudad favorece también la aparición de palomas. Foto: Pere Ferré
Según el informe, las palomas contribuyen «a un desmejoramiento del patrimonio histórico de la ciudad». Foto: Pere Ferré
El estudio alerta de que hay personas que alimentan estas especies en plena calle. Foto: Pere Ferré
La presencia de estas aves está generando un importante problema de salubridad pública en la ciudad de Tarragona. Foto: Pere Ferré
Desde el Port dicen no tener conocimiento del estudio y aseguran que «no lo hemos recibido ni de manera oficial ni extraoficial». Foto: Pere Ferré
Para el Ayuntamiento, buscar la solución al problema es una cuestión que corre prisa. Foto: Pere Ferré
Estas aves son portadoras de agentes contaminantes, como por ejemplo E.coli y Salmonella, que pueden infectar directamente al grano que se almacena en el Port de Tarragona. Foto: Pere Ferré
La industria agroalimentaria que hay en el puerto y que sirve como comida para esta especie. Foto: Pere Ferré
El problema se centra, sobre todo, en los grandes silos, contenedores y naves donde se almacenan los cereales. Foto: Pere Ferré
La acumulación de cereal en los arcenes de los viales que salen del puerto es importante y todavía empeora más la situación. Foto: Pere Ferré
En un día cualquiera en el Port, se puede ver como estas aves se acumulan en los espacios de entrada de la mercancía y en las zonas de reposo y de descarga de género. Foto: Pere Ferré
Estas palomas en la cadena de seguridad de la industria agroalimentaria generar un problema en la cadena de seguridad de la industria agroalimentaria. Foto: Pere Ferré