Xavier Jornet es el presidente de la Associació Hotelera de Tarragona ciudad, un colectivo que representa a 22 establecimientos que suman 2.269 camas.
El Patronat Municipal de Turisme propone una moratoria de un año para regular los pisos turísticos. ¿Cómo lo valora?
No tiene mucho sentido que la regulación que hay con los hoteles no pase con los apartamentos turísticos. Tu no puedes coger un solar y construir un hotel, la normativa debe permitirlo. Sin embargo, con los apartamentos turísticos no pasa. Hace mucho tiempo que debería haber algún tipo de regulación.
¿Se está actuando tarde?
Como siempre. Cualquier situación debe abordarse antes de que sea un problema. Hace siete u ocho años ya dijimos que debía acometerse, cuando todavía no era un problema, porque así el crecimiento se hace de forma ordenada. Después todo son prisas. Por definición la mayoría de veces los políticos tan solo actúan de forma reactiva y no preventiva.
¿Cuál es el problema?
Los apartamentos turísticos no son una cosa negativa de por sí. Son un producto necesario, lo que no tiene sentido es que no estén más regulados. Como cualquier actividad debe haber un cierto control, porque sino al final aparecen los que no son profesionales del sector que se mezclan con los que sí lo son y que hacen las cosas bien hechas. Debemos saber qué queremos como ciudad, no que surja de forma espontánea.
¿La raíz es que hay insuficientes plazas hoteleras?
Es un producto un poco diferente y no necesariamente es el mismo cliente, por lo que no lo tengo claro. En cierto modo no deja de ser una competencia desleal hacia los que lo hacen bien, pagan sus impuestos y siguen los convenios, y no tengo claro que en todos los casos sea así.
¿Por qué hay este déficit en hoteles en la ciudad?
Es un tema que tiene que ver con el urbanismo, ya que debería haberse programado cuando se hizo el POUM. También es verdad que la ciudad tiene unas características muy especiales, con un núcleo muy pequeño y lo que la hace grande son los barrios, pero por la forma como están conectados no son atractivos. El espacio que es atractivo está limitado y no se ha planificado el suelo para que haya más hoteles.
¿Los inversores no ven Tarragona como una ciudad atractiva para implantarse?
Sí, pero deben poder encontrar el sitio. Tarragona es una destinación interesante, pero seguramente no hay buenos espacios para poder construir. También tenemos muy cerca toda la parte de la costa, donde la mayoría de las grandes cadenas tienen sus establecimientos, sin olvidar que en invierno a Tarragona le falta crecer en cuanto a oferta de actividades para mantener la demanda.
En los últimos tiempos se ha trabajado en esta línea.
Sí, pero falta dinamismo cultural para los propios tarraconenses, que es lo que hace la ciudad atractiva para que venga gente de fuera. Esta Navidad subías a la Part Alta y mucha actividad no había, incluso varios restaurantes estaban cerrados por vacaciones.
¿Pasa por una programación cultural con actividades cada fin de semana?
Por la suma de cosas diferentes. No se consigue de un día a otro, pero hay que generar un dinamismo. Primero por la propia ciudad, ya que quien debe aguantar una programación cultural estable es la propia ciudadanía, y después lo que esto genera es que la gente acabe viniendo, pero esto es un proceso que no es rápido. Igual que hacemos Tarraco Viva, en Navidad debes generar unos mercadillos o lo que sea. Hay que apostar por los eventos que te definan como ciudad.
¿Proyectos como Ca l’Ardiaca son ‘fer volar coloms’?
No lo conozco en profundidad pero por el tamaño y las complejidades técnicas lo veo muy difícil. Ojalá pudiera haber un hotel de lujo en Tarragona, pero las condiciones que tenemos, con las características arqueológicas de la ciudad, lo complican ya que para ser rentable necesitas un número mínimo de habitaciones.
¿Qué expectativas tiene de cara al verano?
Seguramente será un buen verano. Posiblemente en ocupación sea un poco inferior al año pasado, pero en precio medio estaremos por encima. La tendencia es que la gente renuncia antes a otras cosas que a salir. Estamos en una línea ascendente como ciudad.
¿Tarragona ha salido reforzada como destinación turística después de la covid?
Sí, el producto es bueno, lo que pasa es que tenemos que trabajar y hay muchas cosas a hacer para que se consolide como una destinación no masificada. Es una pequeña perla que tiene muchos elementos.
¿Está preparada la ciudad para pensar en seguir creciendo cada año?
El objetivo no es ir pensando en cifras ¿Hay margen? Sí, pero no debemos pensar en récords sino en el tipo de cliente que queremos, el gasto que hace, en qué época del año nos visita o que sea respetuoso con la ciudad. Todas las destinaciones tienen un límite. Seguramente nos interesa más crecer en los ingresos que estos dejan y dejar de fijarnos en las cifras, porque es una simplificación peligrosa.
¿Se están haciendo las cosas bien?
Tenemos mucho más por hacer de lo que se está haciendo. No vemos apuestas potentes y es como si nos dejáramos arrastrar por lo que viene, sin tener claro lo que queremos ser. Si viene más gente o no es como si no dependiera de nosotros y debería serlo. Hay que planificar dónde queremos llegar y cómo queremos hacerlo. Si queremos que el patrimonio sea una experiencia potente debemos apostar por ello o que el litoral sea más conocido, sin que este se masifique, también. No se trata de que vaya viniendo más gente.
Siempre se había dicho que Tarragona no creía en el turismo. ¿Ha cambiado la situación?
En cierto modo sí, pero al final debemos buscar que Tarragona sea una ciudad con un dinamismo y que el turismo se integre. Esto marcará el tipo de turismo que queremos y que pueda crecer, adaptándose y sin que acabe siendo un problema de cara a la gente. Hay mucho camino a recorrer. Los primeros que se beneficiarían de la mejora del litoral y de los espacios verdes son la gente de Tarragona.
¿Y el sector lo está haciendo bien cuando en la Part Alta han proliferado las tiendas de souvenirs con trajes de sevillanas?
Es que hay de todo, pero al final también está la administración para poner límites. Si dejas el libre albedrío puede ser que lo que haya no sea bueno para la ciudad. Dentro del sector siempre habrá quién lo hace mejor y quién no, pero debería controlarse.
¿Tarragona es una destinación atractiva?
A día de hoy sí, porque es una pequeña joya que tenemos, pero aún hay épocas del año con una oferta insuficiente y todavía nos falta mucho a nivel de gestión del patrimonio. Tarraco Viva es un espejismo que no tiene nada que ver en la gestión del patrimonio. Se mantiene una parte de autenticidad muy buena, porque no hay una masificación, pero debemos apostar por hacer las cosas bien.
¿Cómo debe seguirse avanzando sin que el turismo se convierta en un problema como en otras ciudades?
Hay que planificar las cosas antes y saber a dónde queremos llegar, no dejarnos llevar por la ola. Lo que pasa es que a nivel político los resultados llegan a medio plazo y el que planifica no es el que se beneficia de los resultados de haberlo hecho bien, por lo que no se acaba abordando.
¿El proyecto de la Ciutat Residencial puede aportar beneficios en cuanto al turismo deportivo?
No conozco los detalles, pero si nos fijamos en el turismo de congresos no podemos compararnos con Barcelona ni podemos tener su volumen. En cuanto al turismo deportivo es lo mismo. Podemos tener una serie de cosas, pero no podemos estar pensando que como el otro lo tiene nosotros también. A lo mejor lo que necesitas es otro tipo de actividades o otro volumen. Debemos ir adaptándonos según lo que tenemos.
¿Es un nicho para la desestacionalización?
Es uno más, pero no el fundamental que sería que se viera Tarragona como una ciudad atractiva todo el año por la actividad que tiene, como Málaga. El turismo deportivo es un añadido, pero no debe ser la línea fundamental de lo que debemos ir a buscar. A veces nos comparamos con Cambrils y Salou, porque tienen una oferta brutal que durante muchos meses queda vacía, lo que les obliga a ir a buscar grandes eventos para llenar. No podemos compararnos, porque muchas de estas actividades se hacen en Semana Santa, cuando Tarragona ya está llena. Tenemos un litoral, una cultura y un patrimonio que muchas de estas destinaciones no tienen. Esta es la apuesta.