Las veintiuna familias que residen en el edificio de la calle Riu Llobregat de Campclar continúan sin luz después de que un grave incendio asolara la construcción durante la madrugada del 23 al 24 de marzo y, en consecuencia, dejara a los veinticuatro pisos que forman el bloque sin luz, agua ni gas, ya que las llamas –que, presumiblemente, se debieron a unos empalmes ilegales– calcinaron el cuadro eléctrico.
Días después de la tragedia, un grupo de propietarios se organizaron para llevar a cabo un remiendo que permitiera a las familias, por lo menos, disponer de agua.
«Todo lleva un colapso psicológico enorme», Marian, vecina del bloque
El techo por el que pasan las tuberías muestra hoy un estado notablemente mejor, aunque todavía se observan los agujeros que los vecinos tuvieron que hacer, pues aún falta que un perito revise la infraestructura.
El capítulo de la electricidad ha sido el más complejo. Se retiraron las infraestructuras para que el vecindario no pudiera conectarse a la red mientras que la instalación no estuviera arreglada y los vecinos han tenido que organizar una derrama para cubrir el coste de la actuación.
La cantidad a pagar por cada uno de los propietarios de los pisos ha ascendido a entre los 1.700 y los 1.800 euros.
No obstante, la vecina que se ha convertido en portavoz desde que sucedió el incendio, Isabel Trujillo, comenta que, de los once fondos de inversión que poseen doce viviendas en el bloque, «tan solo han pagado cinco; siete, algunos con alquileres sociales, no han abonado la derrama».
«Tenemos que cargar los móviles y lavar la ropa en otras casas», Marian, vecina del bloque
De los propietarios particulares, señala que han pagado once y que falta uno, que no reside allí y que tiene el piso ocupado, por lo que, de momento, ha optado por no hacerlo. «Aún faltan cerca de 5.000 euros por abonar a la empresa que ha llevado a cabo la reparación», confirma Trujillo.
El siguiente paso, según la gestora a la que la comunidad ha acudido para agilizar los trámites, es que, una vez que Endesa ya ha dado el visto bueno a la nueva instalación, técnicos especializados de un organismo de control de instalaciones acudan al bloque para dar la luz verde definitiva, algo que permitiría, después de los oportunos trámites administrativos, confeccionar los boletines y contratar el servicio nuevamente.
Según los vecinos, estos técnicos se han comprometido a ir en diversas ocasiones, pero no han acudido: «Nos han dicho varios días que vendrían y, al final, no se ha presentado nadie», denuncian.
Aquí sale a la palestra otro posible problema, y es que algunos de los pisos se encuentran ocupados ilegalmente, cosa que provocará que las propiedades, como no hay un contrato de arrendamiento de por medio, puedan optar por no contratar el servicio y que, en consecuencia, sea posible que vuelva a haber pisos con la luz pinchada.
«Nos hemos sentido abandonados», Isabel Trujillo, vecina del bloque
Trujillo reclama «que se ofrezcan alquileres sociales para que las personas que están en situación de vulnerabilidad puedan optar a un precio más reducido y así tengan la oportunidad de pagar algo, ya que, si no, ¿qué harán?, ¿conectarse de nuevo? Por esas cosas, pasó lo que pasó».
Del invierno... al verano
Marian, otra de las vecinas que reside en el bloque, comenta que la problemática, cuando ocurrió el incendio, era con el frío –tuvieron que calentar el agua en ollas para poder ducharse–, y ahora es con el calor.
«Aquí residen muchas niñas y niños, no podemos poner ni un ventilador; es algo terrible y no se puede vivir así, ya que no aguantamos en casa y nos toca estar fuera hasta las once y las doce de la noche».
No hay televisión, ni Internet, ni ningún tipo de entretenimiento para las veintiuna familias que residen en el bloque, algunas de ellas con personas con diversidad funcional a su cargo: «Todo lleva a un colapso psicológico enorme», confirma Marian.
Toda su gente se encontraba en el piso aquella noche de la que hace ya 109 días: «Vivimos en el sexto piso, pero el ascensor ya estaba roto desde antes del incendio; gracias a Dios, escuchamos que la gente gritaba y, cuando nos asomamos, tan solo veíamos el humo y, por suerte, pudimos bajar».
«Queremos que se ofrezcan alquileres sociales a las personas en riesgo», Isabel Trujillo, vecina del bloque
No obstante, hay vecinas y vecinos que se quedaron arriba, pues el fuego estaba controlado y la recomendación de Bombers fue mantenerse dentro de las viviendas.
Trujillo se muestra muy crítica con la Administración y considera que no se les ha hecho caso durante todo este tiempo: «Desde los servicios sociales municipales, tan solo se nos ofreció la opción de pasar tres noches en un alojamiento, pero que no tenía ni cocina ni sitio para lavar la ropa».
Fuentes del Institut Municipal de Serveis Socials de Tarragona (IMSST) explicaron al Diari, unos días después del incendio, que se habían entrevistado con todas las familias y que ninguna había aceptado la ayuda ofrecida, que se trató de un alojamiento de urgencia provisional.
Los vecinos reconocen que no hubo ninguno que dijera que sí: «Aquí no se podía estar porque olía mucho al plástico quemado, pero la opción que nos dieron, sinceramente, no nos pareció una solución», argumenta Marian.
También cuenta, por otra parte, que «nadie quería dejar su piso solo», pues hubo ladrones que intentaron entrar a robar.
«Aún faltan 5.000 euros por pagar a la empresa que ha llevado a cabo la reparación», Isabel Trujillo, vecina del bloque
Son casi tres meses y medio sin luz, con todos los problemas que eso conlleva: lavar la ropa y cargar los móviles en casas ajenas, no poder comprar comida porque se pudre, la imposibilidad de mantener tu propia casa con una temperatura adecuada...
Una situación desesperante para las familias de la calle Riu Llobregat de Campclar, quienes esperan que, en pocos días, todo haya acabado.