Tzaitel Virgili, Ana Navarro y Gabriel Lettenström, junto a su profesor Joan Pelejà, ya están de vuelta en Tarragona. Acaban de regresar de Silicon Valley, donde han pasado tres semanas intensas de aprendizaje.
El equipo ganó la cuarta edición de la competición Audi Creativity Challenge gracias a su proyecto, una aplicación que han bautizado como Welink. Parte de una idea tan sencilla como necesaria: «Poner en contacto a personas que requieren de un favor para resolver un problema cotidiano, con otras que estén dispuestas a ayudarles de manera voluntaria».
Los jóvenes, alumnos del Col·legi Lestonnac, el año que viene cursarán segundo de bachillerato y cuentan que cuando comenzó el curso pasado ni siquiera se conocían. Cuando se propusieron participar en el reto de Audi su profesor les puso deberes: «El primero era irse a cenar, conocerse».
Y, a la luz de los resultados, los deberes los hicieron muy bien. El equipo, según cuentan ellos mismos, consiguió sacar lo mejor de cada uno.
No sin sorpresa, fueron superando las distintas etapas del concurso, en el que participaron 500 grupos de estudiantes de toda España. Finalmente, en junio pudieron medirse junto a los otros nueve grupos finalistas en Madrid. ¡Y ganaron!
El premio eran tres semanas de formación en el centro de innovación disruptiva, Imagine Creativity Center, donde tuvieron oportunidad de profundizar en su idea. La programación incluía, además, reuniones con representantes de empresas como Google o Netflix, que escucharon su propuesta y les asesoraron sobre como mejorarla; desde cambios en el diseño hasta ideas para hacerla rentable.
Los aprendizajes que se llevan, reconocen, son impagables, Gabriel, por ejemplo, se dio cuenta de que allí todo el mundo sabía de programación, por lo que se ha propuesto ponerse a aprender sobre el tema.
Ana, por su parte, explica que descubrieron la importancia de saber comunicar las ideas y, sobre todo, de entusiasmar a un auditorio con ellas. Cree que la expresión oral es una de las grandes asignaturas pendientes del sistema educativo. Allí, de hecho una profesora de la universidad de Berkeley les formó en comunicación oral.
Y se llevan por supuesto, muchos momentos emocionalmente imborrables, como poder dar una charla durante la puesta de sol en el Parque Nacional de Yosemite, según cuenta Tzaitel.
Pero sobre todo, resume Ana: «De Silicon Valley te llevas las ganas de emprender, el optimismo de saber que tus ideas se pueden convertir en realidad».
El viaje, además, les está haciendo replantearse lo que van a estudiar en un futuro: «Hemos visto que no puedes cerrarte con una sola vía», reconocen.
Pero el camino no termina aquí. Ahora el equipo tendrá una oportunidad el próximo 3 de octubre de explicar su idea delante de posibles inversores en Barcelona. Seguro que impulso no les falta.