La tensión por el Procés llega también al vecindario. Sucede en la paz de una comunidad de la Avinguda Mediterrani de La Móra, en Tarragona. Jaume, uno de los vecinos, ha sido requerido por el administrador de fincas, a petición del presidente de la comunidad, para que retire o cambie una senyera que cuelga de su balcón. «La bandera lleva ahí puesta tres años, y hasta ahora no había tenido problemas», reconoce Jaume.
El primer toque de atención llegó el 16 de diciembre del año pasado. Recibió una carta del administrador de fincas. «Le rogamos si puede proceder a sustituir o retirar la bandera que tiene colgada en su balcón por una que no tenga un estado tan deteriorado y más discreto en cuanto a tamaño, ya que algunos vecinos se han quejado», exponía el administrador, de Finques Tarraco.
«Me sorprendió mucho, pero hice caso omiso. Es verdad que la bandera está vieja, pero nadie me tiene que decir a mí que ponga otra ni que la quite. La cambiaré pero cuando pueda o quiera», relata Jaume, que pronto achacó el origen de la petición a Rafael Vergara, presidente de la comunidad. Así lo explicó Jaume, indignado, en las redes: «Es vergonzoso tener un presidente de comunidad que me tiene que decir qué bandera puedo poner en el balcón».
Jaume, que también es vocal de la junta, trasladó su perplejidad a una reunión de vecinos del 21 de julio, en concreto, en el punto número 6, el correspondiente a ruegos y preguntas. Esto se recogió en el acta: «Un propietario señala que ha recibido una carta referida a una bandera situada en su balcón para que fuera retirada. El administrador recuerda que las ordenanzas municipales no permiten colgar banderas u otros similares hacia el exterior de la finca».
Replica Jaume: «El presidente lo ha hecho todo a través del administrador. No me ha dicho nada directamente. Verbalmente, me dijeron que la ordenanza impedía poner banderas pero en el escrito que recibí no». En la comunidad figuran otras banderas, incluso estelades. Eso lleva a Jaume y a otros vecinos a pensar que se trata de algún tipo de persecución hacia él o hacia la ideología que representa el estandarte.
«A mí no me consta que haya habido ninguna queja», cuenta Jaume. El presidente, Rafael Vergara, sostiene que la petición realizada obedece a un criterio estético: «Nadie le ha dicho que retire la senyera pero en la fachada no se tiene que colgar nada. Si la cuelga en su balcón, nadie puede decirle nada. Pero la cuestión es que la bandera está descolorida y es un trapo viejo, es una cosa horrenda. Y otro problema es que es muy grande. Ha habido quejas de vecinos, que quieren que quite ese trapo de ahí. No nos gusta que vengan los turistas y se vea eso así, parece un chiringuito».
La sangre no ha llegado al río pero en la vecindad hay quien se ha solidarizado con Jaume. «No puede ser que te digan qué bandera tienes que colgar. Yo he colgado también la mía, una estelada», explica Jordi Musté, vecino y vocal, que añade: «Los dos estamos en la junta y el presidente no nos ha dicho nada directamente, siempre ha sido a través del administrador».
Iñaki Ugalde, el administrador responsable de la comunidad, sale al paso y da la polémica por zanjada.«Simplemente le recordamos que la bandera es muy grande y está en mal estado. Se lo hemos reclamado porque la ordenanza impide colgar cualquier elemento en la fachada, aunque eso sea algo que no se cumple nunca en realidad».
Jaume, el vecino, denuncia un perjuicio personal hacia él. Ha colgado dos banderas más: una estelada y otra con el 'sí' de la ANCLa realidad es que las banderas de distinta índole y tipología proliferan bien visibles por los edificios de Tarragona. «El ayuntamiento no actúa de oficio, sino que lo podría hacer a requerimiento de una denuncia. Para nosotros sería muy fácil presentar una queja en el ayuntamiento para que interviniera, pero no lo vamos a hacer. El tema queda cerrado, aunque el vecino no retire la bandera», contaba ayer Ugalde.
Ni el presidente ni el administrador argumentan que tras este requerimiento haya causas ideológicas. «Nos abstraemos de estas discusiones. No entramos en ideologías. La petición era porque la bandera estaba en mal estado», admite Ugalde. La semana pasada Jaume recibió una última llamada emplazándole a descolgar o suplir la pieza. La omitió.
Jaume denuncia una «intención directa de perjudicarme» y pide explicaciones en su respuesta al acta de la comunidad: «La carta enviada en ningún momento hace mención a las ordenanzas municipales. También me pregunto por qué se me envía a mí y no a todos los que tienen bandera en el balcón. Si es cosa legal, que se me haga una demanda».
La cosa no irá a mayores. «No haré nada hasta que me pongan una denuncia. No tengo por qué retirarla. Sólo hay que ver las banderas en las otras balconadas que hay», comenta. Jaume defiende que cambiará la tela de marras cuando quiera. Ahora, de momento, ha redoblado la apuesta y ha colgado dos más: una estelada (esta sí, en buenas condiciones) y otra con el logo ‘sí’, de la ANC.
Tanto el administrador como el presidente sostienen que la ordenanza municipal impide colocar cualquier elemento en la fachada, a pesar de que en muchos bloques de Tarragona proliferen todo tipo de banderas, de diferente signo y tamaño. Sin embargo, el ayuntamiento confirma que «no hay ninguna normativa que impida colocar banderas en los balcones particulares». «Cada uno puede poner la bandera que quiera, y no vendrá la Urbana a retirarla», concluían fuentes municipales.