Un estudio de la URV señala «dudas razonables» sobre el origen natural del virus

El catedrático Antoni Romeu y el profesor Enric Ollé, del Departament de Bioquímica i Biotecnologia, apuntan a «una evolución no explicada» y no descartan la procedencia sintética

25 noviembre 2020 06:20 | Actualizado a 25 noviembre 2020 16:10
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«Hemos visto que el SARS-CoV-2 tiene unas optimizaciones que cuesta justificar evolutivamente, de forma que la hipótesis de que sea un virus de síntesis no se puede descartar y eso ya de por sí tiene mucho peso», explica Enric Ollé, profesor asociado en el Departament de Bioquímica i Biotecnologia de la URV. «No hay que entrar en ninguna teoría conspirativa. No hay evidencias de que el virus sea artificial pero no se puede descartar y emplazamos a que se haga un esfuerzo científico que se no se ha realizado aún para esclarecer más el origen. La tecnología para hacer virus sintéticos existe. Nosotros hemos hecho una investigación que nos hace tener dudas razonables», resume Antoni Romeu, catedrático de Bioquimíca y Biotecnología en la URV.

Ambos son los autores de un informe en el que se ha realizado un análisis filogenético del patógeno que arroja conclusiones controvertidas, que en parte van contra las tesis de la OMS. «Lo que vemos es que hay algo que no cuadra o, al menos, una evolución que no está explicada de momento. Dentro de unas regiones hipervariables del virus hay algunas que son muy conservadas, que no se cambian, y es ahí donde hemos encontrado la modificación», cuenta Ollé.

La inserción bajo sospecha

A partir del complejo análisis realizado a través de bancos de datos y de herramientas bioinformáticas, el estudio destaca la relevancia de una zona clave del virus: «En la secuencia de la ‘spike glycoprotein’ de SARS-CoV-2 hay una pequeña inserción de cuatro aminoácidos, que no está en el BatCoV-RaTG13 –el patógeno considerado como antecesor, hallado en 2013–. Esta pequeña inserción es responsable de la alta patogenicidad de la Covid-19». Esta inserción se conoce como «sitio polibásico de escisión de furina» (‘furin site’): «Es una pequeña región de la proteína que interacciona con la «furina», otra proteína de membrana de las células humanas (una proteasa), que favorece enormemente la infección».

Ese ‘furin site’ es la clave, en tanto que constituye una parte «responsable de la alta infectividad y transmisibilidad de la Covid-19». Según este estudio, «la interacción con la furina mejora la fusión célula-célula. También está involucrada en otras enfermedades infecciosas o en el cáncer pero ahora es la clave de la Covid-19. Es a través de este sitio que el SARS-CoV-2 se ha optimizado realmente para unirse al receptor humano ACE2 e ingresar a las células humanas».

El informe tilda de «desconcertante» una parte del patógeno por ser «incongruente»

Esa afectación «inesperada» y encargada del poder infectivo del SARS-CoV-2 sirve de base para la tesis de este estudio realizado en Tarragona: «En la evolución biológica siempre hay ‘eslabones perdido que, en algunos casos, partir de descubrimientos de nuevos restos fósiles se pueden resolver. En el mundo de los virus no hay restos fósiles, pero los ‘eslabones perdidos’ se pueden solucionar mediante el descubrimiento de nuevos virus. La presencia del ‘furin site’ en el SARS-CoV-2 (en la parte más conservada de la proteína, y lejos de la región más variable) es señal de un ‘eslabón perdido’ en nuestro conocimiento de su proceso evolutivo, y en definitiva de su origen».

Se trata, en concreto, de la inclusión de esos cuatro aminoácidos que, en palabras de Ollé, «son responsables de la capacidad infectiva y le dan todos los números para que pueda entrar bien en la célula». «Estos cuatro aminoácidos son estratégicos y nos preguntamos cómo han llegado hasta ahí. Es interesante ver que un virus de 2020 tiene ese componente que el genoma del coronavirus de 2013, el predecesor, no tiene. ¿Cómo ha ganado de golpe eso?», se pregunta Antoni Romeu, apuntando a un hallazgo que no sigue los patrones evolutivos esperados y que firma un salto, incomprensible para estos científicos, desde el BatCoV-RaTG13, el origen probable del SARS-CoV-2, localizado hace siete años, en 2013, en la provincia china de Yunnan.

«Solo decimos que a partir de nuestra investigación vemos dudas razonables. Hay que seguir indagando», explica Antoni Romeu, catedrático en la URV

«Este eslabón perdido también pone en duda que el BatCoV-RaTG13 sea el progenitor directo del SARS-CoV-2», expone el estudio de los docentes de la URV, que agrega: «Como sucede en genética forense, que también se aplica en el mundo de los virus, cuando un marcador genético falla en una prueba de ADN, es suficiente para descartar una culpabilidad. Por lo tanto, existe una duda razonable sobre el origen del SARS-CoV-2, lo cual puede ser un nuevo paradigma para la virología»

Romeu cree que «la disponibilidad de nuevos genomas BatCoV-RaTG13» es fundamental para poder «abrir perspectivas». «De lo contrario, el origen del SARS-CoV-2 es un lado oscuro de la Covid-19. La duda puede hacer pensar que el SARS-CoV-2 sea un producto de laboratorio o un virus manipulado a propósito».

Origen «desconcertante»

Esa parte del virus tiene alta eficiencia, según este informe científico, que cataloga el origen del citado ‘furin site’ como «desconcertante». «¿Cuándo ocurrió la inserción del ‘furin site’? Debe haber ocurrido en el huésped o durante la transmisión por recombinación, pero no se han detectado eventos de recombinación en el SARS-CoV-2», incide la investigación, que habla de «incongruencia filogenética».

Tanto Romeu como Ollé huyen de alentar conspiraciones pero sí reconocen que falta mucho por estudiar y que no se ha avanzado lo suficiente: «Dado que el BatCoV-RaTG13 se considera el origen probable del SARS-CoV-2, es sorprendente que después de casi un año de la pandemia, no se hayan aislado más coronavirus de murciélago de la especie BatCoV-RaTG13. El murciélago es el reservorio natural de virus más estudiado. Por otro lado, los coronavirus de murciélago podrían aislarse de muestras fecales. Una vez aislados, sus genomas completos se introducen en la base de datos GenBank».

El trabajo sostiene que el SARS-CoV-2 supone un eslabón perdido en el conocimiento evolutivo

A los investigadores les llama la atención que actualmente «solo haya un genoma disponible de BatCoV-RaTG13» en el banco GenBank (el referenciado). «Se requieren más genomas de BatCoV-RaTG13 para validar estadísticamente el 96,2% de identidad con el genoma de SARS-CoV-2. Queda un 3,8% de diferencia entre ambos, que puede ser clave para explicar la presencia del ‘furin site’ en la ‘spike glycoprotein’. Por el contrario, actualmente hay miles de genomas completos disponibles de SARS-CoV-2 en GenBank», expone el trabajo.

«Vemos que uno sigue una línea evolutiva y que, de golpe, se introduzcan cuatro aminoácidos es complicado de explicar, porque los cambios se van produciendo en pequeños errores y que sean cuatro de una vez no es normal. Que el virus se haya optimizado así no es habitual y nos genera dudas. No decimos nada más, pero esa duda ya es importante», aporta Ollé.

«Hay una evolución que no cuadra, al menos por el momento y a falta de muestras intermedias, en la zona menos variable del virus», reconoce Enric Ollé, profesor en la URV y coautor del informe

Se trata, por tanto, de un virus con unas características específicas que hacen que, de no haber sido diseñado o modificado, sea difícilmente reproducible en el futuro. «Como motivo de esperanza, por razones de probabilidad, y debido al mecanismo de ‘ensayo-error’ de la evolución biológica, hay que pensar que un virus humano como el SARS-CoV-2 no volverá a surgir de la madre naturaleza por mucho tiempo (a nadie le toca el Gordo de la Lotería dos veces)», apunta el informe, que invita a la ciencia a seguir investigando para esclarecer un origen que, más allá de la naturaleza del virus, está lleno de incertidumbres, como la misma especie que actúo de huésped.

No sería la primera vez que se ha fabricado un patógeno así. «La tecnología necesaria para ello está disponible. Para fines científicos y médicos, existen varios constructos sintéticos del genoma del SARS-CoV-2 en GenBank. Con fines terapéuticos, en 2008 se creó un coronavirus recombinante sintético similar al SARS de murciélago, que resultó infeccioso en células cultivadas y en ratones. En este sentido, el debate debe continuar», concluye el trabajo de los profesores.

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