El Port de Tarragona podría alcanzar los 236.000 cruceristas en 2033, lo que supondría doblar la cifra de la presente temporada, en la que se calcula que en total acabarán pasando unas 110.000 personas. Son datos que daba a conocer la empresa Global Ports Holding, concesionaria de la nueva terminal del Moll de Balears, que participó en la segunda jornada sobre el Impacto economicosocial y economía azul en el ámbito de los cruceros y de la náutica.
La compañía ha hecho una previsión con un crecimiento hasta 2033, cuando expira la concesión. Según esta, año tras año se incrementarán paulatinamente tanto los pasajeros que embarcan y desembarcan como los que están en tránsito. «Estos últimos siempre los tendremos y los queremos porque tenemos escalas que vienen de Barcelona, que buscan un puerto diferente, mientras que los que embarcan y desembarcan complementan el negocio y diversifican la economía», decía la directora comercial de Global Ports, Alba Colet.
En cuanto al impacto económico de esta actividad, Colet destacó que la llegada de cruceristas beneficia a varios sectores que van desde el transporte al comercio y la restauración. «Sorprende el gasto en restaurantes y bares, ya que a pesar de que tienen la comida incluida en el barco el 35% se queda en el destino», decía. Según datos ofrecidos por Global Ports, durante el año pasado el impacto de los cruceros en este territorio fue de casi 11 millones de euros, situándose el gasto medio por persona en 18 euros. Las previsiones para este 2023 apuntan que el impacto sobre el territorio podría superar los 16 millones de euros, mientras que la cifra podría alcanzar los 46 millones de euros dentro de diez años, si se cumple el escenario con las que se está trabajando.
Global Ports Holding confía en que la mejora en la operativa a raíz de la nueva terminal será lo que permitirá dar el salto definitivo. El pasado mes de junio se inició la construcción de los módulos y en los muelles ya se está trabajando con la cimentación. Con todo, a finales del mes de abril empezará el ensamblaje de la estructura que se prevé que entre en funcionamiento de cara a mayo del año que viene.
Colet también habló sobre las críticas que generan los cruceros en cuanto al impacto medioambiental y sobre las ciudades. Al respecto, defendió que proceden de «un colectivo muy reducido» y que, en el caso de Tarragona, «estamos a años luz de Barcelona», ya que los visitantes «se reparten por el territorio».
Desde el sector se está haciendo un esfuerzo por la introducción de nuevos combustibles, como el gas natural licuado. Una de las compañías que lidera esta carrera es MSC, que este año tiene programadas 23 escales en Tarragona. A partir de 2027 la naviera prevé empezar a mover los primeros dos barcos propulsados con hidrógeno, lo que «nos hace pensar que la industria del crucero será cero emisiones», decía el director general del grupo en España, Fernando Pacheco.
«Lo importante es poner números y estos demuestran que dentro del sector marítimo tan solo el 4% de las emisiones de CO2 son por parte de cruceros», añadía.
De cara al año que viene la compañía mantiene su apuesta para Tarragona e incluso la refuerza con cinco nuevas escalas. Una ruta que operará con el MSC Fantasia, con una capacidad para 3.900 pasajeros que hará escala los viernes.
Por su parte, el delegado comercial en Catalunya de Princess Cruises- Mundomar Cruceros, José Luis Gómez, insistió en el «error» de mirar el crucerista a corto plazo. «Si los tratamos bien, los cuidamos y les damos un mapa sobre qué pueden ver, muy probablemente volverán porque les quedarán cosas», decía. El Delta de l’Ebre, Montblanc y las bodegas tanto del Priorat como del Penedès, además de la playa, son algunos de los atractivos que Gómez citó y que pueden servir para complementar la oferta. «El Port de Tarragona puede trabajar la reincidencia de estos pasajeros. Tenemos que conseguir que se queden con ganas y que vuelvan», decía.