«Tengo amigas que han recibido mucho ‘hate’ en redes»

Los padres la celebran, los adolescentes la ven necesaria pero antipática y los expertos creen que será difícil de cumplir

09 junio 2024 10:37 | Actualizado a 09 junio 2024 14:00

El pasado martes, el Consejo de Ministros aprobaba el anteproyecto de Ley Orgánica para la Protección de los Menores en los Entornos Digitales y, desde entonces, no hay casa donde vivan adolescentes en la que no se hable del tema. Consultamos a un grupo de menores, a padres, y a una experta. Así lo ven.

Adolescentes: ‘bien, pero fastidia’

Marta García tiene 16 años (la edad en la que, con permiso de sus padres, podría hacerse un perfil en redes sociales si la ley estuviera en vigor). Reconoce que «las redes a veces son un arma de doble filo. Tengo amigas que lo han pasado mal porque han recibido mucho ‘hate’. No es mi caso pero las he visto sufrir por eso. Con 13, 14, 15 años, todavía eres muy joven. No es que yo no lo sea, pero es diferente y se nota. Es por eso que, en parte, me alegra saber que se incrementa la edad para acceder a las redes».

Clara Caballé tiene 14 años y usa Instagram y Tik Tok. Argumenta que «por una parte me parece bien que se incremente la edad mínima para abrirse una cuenta, ya que las redes a menudo son un lugar peligroso donde mucha gente critica. Cuando eres pequeña esto puede afectar mucho. Pero por otra parte, me fastidia porque yo no podré acceder».

Y Alba Martí, de 15, dice directamente que: «No lo veo bien, porque esta ley también fastidia a todos los adolescentes que hacemos un buen uso de estas redes. Personalmente me gusta mucho la fotografía y para mí, Instagram es un sitio donde puedo colgar todo lo que hago».

Èlia Solé tiene 16 y relata que «consumo habitualmente Instagram, X y Tik Tok» para saber qué pasa, pero sobre todo para seguir a gente que le inspira. Reconoce que se abrió la cuenta hace dos años algo que con la ley sería imposible.

Padres: ‘una buena excusa’

Carmen López reconoce que no ha leído con detenimiento el contenido de la ley, pero le parece una buena noticia, en especial para hacer frente a la presión que siente por dar un móvil a su hijo de 11 años (la edad media a la que se tiene el primer móvil en España). El niño comenzará el instituto en septiembre y sus compañeros no hablan de otra cosa. El hecho de saber que no podrá usar el aparato en clases también ha ayudado a que en casa se lo tomen con más calma. «Con la ley tengo una buena excusa», dice.

Carlos García, apunta: «Me parece estupendo. Las redes también nos aportan muchas cosas positivas, pero cuando eres joven a veces no sabes hacer un buen uso y puede ser peligroso».

Maite Pérez, reconoce que le «da tranquilidad». «Soy madre de dos niños, uno de 12 y otro de 10. Soy una gran fan de las redes, pero también veo que hay personas que tienen mucha maldad. Puedes recibir comentarios que duelen. Cuando eres mayor es más fácil gestionarlo pero cuando eres tan joven cuesta más. Además, a menudo corren bulos y es fácil que te lo creas», añade.

La experta: ‘puertas al campo’

Mercè Gisbert es Catedrática de Tecnología Educativa de la URV y de entrada cree que cualquier ley que pretenda proteger a los menores es bienvenida, pero otra cosa es conseguir ponerla en práctica.

Se refiere, por ejemplo, a la obligación de que los dispositivos cuenten con un sistema de control parental integrado de fábrica. Cree que podría ser efectivo con los niños más pequeños, pero vaticina que los adolescentes conseguirán «25 maneras de saltárselo si quieren» porque están mucho más versados en tecnología que sus padres.

Pone el ejemplo del alcohol, cuya venta está prohibida para menores de 18 años, pero siempre aparece un amigo mayor de edad que compra para los demás.

Con la edad de acceso a redes sociales y plataformas cree que pasará más de lo mismo, «es como ponerle puertas al campo en un campo que además es amplísimo».

Pero va más allá y considera que el problema es que «regulamos sin haber educado a la población» en competencias digitales, algo que urge más que nunca con la irrupción de la Inteligencia Artificial.

Cree que las familias primero y la sociedad después, no pueden descargar en una ley la solución de un problema en el que tienen responsabilidad directa. «El problema diario del padre que no pone límites no lo va a arreglar una ley», señala.

Destaca que: «dos aspectos que salen en la ley son el tema del juego y el de la pornografía. ¿Los vamos a prohibir en la vida real?... Al final lo que estamos haciendo es echar toda la culpa a la tecnología, que no es más que una máquina que hemos inventado las personas» termina.

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