La restauración de los fósiles que aparecen en los yacimientos arqueopaleontológicos es un trabajo cuidadoso que exige el dominio de técnicas innovadoras y no invasivas para no dañar nada del legado del pasado.
En este contexto, y para saber cuál es la mejor manera de tratar los restos de grandes mamíferos hallados en el yacimiento del Barranc de la Boella, en La Canonja, en el cual se han encontrado restos de hasta un millón de años, Lucía López-Polín, restauradora del IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social), ha realizado recientemente una estancia científica en el Museo Nacional de Historia Natural de Washington D.C., gracias a una beca de investigación Smithsonian.
En concreto, el objetivo de esta estancia era estudiar los sistemas de embalaje y almacenaje de los vertebrados fósiles que se utilizan en el mencionado museo y que son todo un referente.
El estudio se ha dirigido a valorar su utilidad para los fósiles de proboscídeos y otros grandes mamíferos del Barranc de la Boella, que tienen una problemática singular derivada de sus grandes dimensiones y pesos.
El trabajo lo ha desarrollado en el departamento de Conservación dirigido por Catharine Hawks, responsable de la conservación de las ingentes colecciones del museo.
Allí, Lucía López-Polin ha revisado los diferentes sistemas de embalaje de los vertebrados fósiles y ha efectuado una serie de análisis cuantitativos sobre el nivel de protección que proporcionan diferentes sistemas de embalaje, trabajo experimental que ha llevado a cabo en el laboratorio de preparación del departamento de Paleobiología junto a Steven Jabo.